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Porque lo digo yo
Columna
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Bendita casualidad

Aragón ha tenido una presencia imponente en el cine, que nadie se explica. Chomón, Borau, Buñuel, Forqué, Esteso, Saura o Paco Martínez Soria, entre otros cientos, nacieron ahí

Fotograma de la película 'La novia'.
Fotograma de la película 'La novia'.

La primera película española que se conserva es Salida de misa de doce del Pilar. De ahí en adelante, Aragón ha tenido una presencia imponente en el cine, que nadie se explica. Chomón, Buñuel, Forqué, Borau, Ducay, Esteso, Saura o Paco Martínez Soria, entre otros cientos, nacieron ahí. Bigas Luna deslizó una teoría sobre esa exuberancia, en sí mismo surrealista: de Aragón sale tanto ilustre cineasta porque, para llegar a algo en este oficio, conviene ser muy testarudo.

Ahora coinciden en las carteleras películas que insisten en esa gracia: La novia, de Paula Ortiz, lidera las candidaturas de los Goya, los Feroz y los CEC; Palmeras en la nieve, de Fernando González Molina, sobre el libro de la aragonesa Luz Gabás, lidera las taquillas; y Bendita calamidad, la versión de Gaizka Urresti de la novela cómica de Miguel Mena, se presenta fuera de Aragón después de arrasar en él. Y aún aguarda el estreno de Nuestros amantes, de Lamata, y del documental sobre la jota de Carlos Saura. Hasta Almodóvar vino a rodar Julieta a un lugar cercano a Poleñino, el pueblo de los Monegros en el que Pedro cumplió la primera comunión.

Buñuel no creía en Dios, pero era un fanático del azar, al que veía en la raíz de todas las cosas. El azar es inexplicable pero nos explica. La belleza o la inteligencia son resultado de un accidente biológico pero son valores de los que gusta presumir. En Aragón nos apetece celebrar la casualidad que hizo que Gracián, Goya y una barbaridad de gente del cine vinieran al mundo en este trocito de planeta que, a menudo, sentimos tan ignorado y, a ratos, tan afortunado y encantador.

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