Niños, qué ricos
Es matemático: el niño con la boca abierta viene de fábrica, con el resto del equipamiento del Airbus. Aquí no hay distinciones entre galeras, Business o First
En todos los aviones hay auxiliares de vuelo, asientos con (cada vez) menos espacio para las piernas y, no falla, un crío que berrea en la fila de detrás. Es matemático: el niño con la boca abierta viene de fábrica, con el resto del equipamiento del Airbus. Aquí no hay distinciones entre galeras, Business o First. Como mucho, en primera, el bebé podría ser North West, la hija de Kim Kardashian. Pero para lo que nos ocupa, los bebés celebrities o no, se cogen unas perras de aúpa en el momento en el que el comandante anuncia lo de preparados para el aterrizaje.
No me tomen por una Scrooge de las aerolíneas. Yo también he tenido hijos en edad de berrear y se lo que es asumir el odio silencioso de 100 pasajeros sin poder hacer nada. Hasta sonrío comprensiva y musito OMMMM cuando el niño que berrea detrás de mi oreja cumple con su obligatoria tarea de poner nervioso a todo el pasaje en el descenso entre turbulencias. Ese momento de tensión. Con fondo de Hilo Musical, que dicen que relaja. OMMMM. Entonces el crío se crece en lo suyo a tope de decibelios y pasando de Ray Connif. OMMMM. Repito, OMMMM. No nos vamos a estrellar. OMMMM. NO nos vamos a estrellar, LEÑE, digo, OMMMM.
Entre OMMMM y OMMMM leo en el periódico que Russell Crowe se pilló un cabreo de narices porque no le dejaron embarcar los patinetes eléctricos de los críos. No quiero ni imaginar lo que debió ser ese vuelo con dos mini Russells berreando y sin patinete. Wait, que el que berreó fue Crowe.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.