Desinvierte en fósiles para invertir en renovables
Por Paz Serra, de Ecooo, coordinadora de la librería verde La Ecooolibre Dar al interruptor y subir o bajar el termostato. Eso es todo lo que sabemos sobre la energía que viene a nuestras casas. Pero ¿nos hemos parado a pensar alguna vez de dónde viene esa electricidad? ¿Entendemos realmente los peligros de consumir gas procedente de Argelia? ¿Cuando decimos que nosotros no podemos hacer nada frente a eso, estamos realmente seguros de ello?
El sistema energético es complejo y está inmerso en un profundo silencio. Silencio sobre un asunto que nos atañe a todos y que es esencial para asegurar la dignidad humana. Un silencio que se hace si cabe más sangrante cuando nos fijamos en el "histórico" acuerdo alcanzado en la pasada COP21 de París, en el que términos como combustibles fósiles o energías renovables brillan por su ausencia. Y ello a pesar de que la única forma de alcanzar el famoso objetivo de los 2ºC (el límite realmente debería estar en 1,5ºC) es reducir el consumo neto de energía y aumentar exponencialmente la cuota de consumo de energías renovables.
En estos casos, la respuesta social es contundente, y los daños se traducen en pérdidas para la empresa - siempre mayores cuando los países afectados son países del Norte-. Pero los derrames y las catástrofes son sólo la cara más dramática y visible de cómo la industria petroquímica destruye nuestro planeta. Incluso cuando no hay vertidos, más del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera provienen de la quema de combustibles fósiles, de acuerdo con datos del IPCC de la ONU.
Entonces, surge la pregunta: ¿y si dejáramos de ser cómplices? En octubre de 2014, la Universidad de Glasgow (Reino Unido) anunciaba que retiraba todos los fondos que tenía invertidos en empresas de combustibles fósiles. Empezaba así el movimiento divest - fossil free, que, a través de la organización 350. org se ha extendido por todo el planeta y que ha conseguido que casi 500 instituciones hayan retirado sus inversiones de los combustibles fósiles, desde el Consejo Mundial de las Iglesias hasta el Rockefeller Brothers Fund, pasando por el Fondo Soberano de Noruega.
Y no sólo debemos dejar de ser cómplices, también podemos empezar a ser parte de la solución. Y es que, si bien la desinversión en España no está tan extendida como en el mundo anglosajón sí que existen proyectos ilusionantes, que unen finanzas éticas y lucha contra el cambio climático, como por ejemplo Ecooo, una empresa de no lucro dedicada a las energías renovables y la participación ciudadana que ya ha conseguido dejar de emitir a la atmósfera 3.662 Toneladas de CO2.
Quizás la desinversión sea ahora sólo un murmullo, ¿pero y si todos hiciéramos lo mismo?
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