Lacombe ya se había metido en la piel de Madame Bovary. Pero no es lo mismo tomar cuerpo en alguien ficticio que en alguien real y tangible, por mucho que sobre ella se hayan vertido ríos de tinta. “No sólo he transcrito las palabras que Maria Antonieta había dicho. Tuve que sumergirme en sus cartas y en las de sus contemporáneos para entender su psique, para volver a darle la palabra”, apunta. “Esta identificación, esta necesidad de conocer y entender a mi personaje, me acerca a una creación de ficción completa, como en Madame Butterfly. El uso de la primera persona refuerza un poco más este trastorno”. Para este libro, contó con el asesoramiento de la historiadora Cécile Berly.Benjamin Lacombe“A María Antonieta le debemos la creación de la industria de la moda, el concepto de colecciones y del 'prêt-à-porter', recuerda el artista. “Aunque quizás lo más importante que le debemos sea la invención del chocolate (en el libro se incluye sus primeras recetas de chocolate). Así que esta mujer no podía ser tan mala”.Benjamin Lacombe“Si bien es cierto que era frívola en sus primeros años, que no estaba bien preparada para asumir el cargo, es porque era una persona incomprendida”. A lo largo de las ilustraciones, percibimos un cambio sutil en la reina. Una progresión imparable. El majestuoso moño va creciendo hacia lo imposible; entre el pelo van surgiendo, poco a poco, sombras amenazadoras. De las primeras ilustraciones, que retratan una infancia despreocupada, pasamos a sutiles animales, tan comunes en la iconografía del autor, que se mezclan con el cuerpo de la reina. Más tarde, desde los escondrijos de su pelo nos observan los huecos ojos de una calavera. “De una joven desentendida se convierte en una mujer encerrada en un mundo ficticio que ella misma crea, en el Trianon, antes de arrojarse a la tragedia”. Un cambio sutil pero imparable. Y unas ilustraciones que lo reflejan y que no excluyen, claro, el aspecto sexual.Benjamin Lacombe“María Antonieta fue la mujer más representada de su tiempo, así que no tuve problemas para acceder a documentación iconográfica”, cuenta Lacombe. “Pero, más allá de eso, mi intención fue de expresar a través de la metáfora mucho más que unos meros facsímiles o imágenes del pasado. Aspiro a que mis imágenes tengan varios niveles de lectura”.Benjamin Lacombe“Ser madre le cambió considerablemente”, señala el autor. “En el ocaso de su vida, ella mostró una altura y una visión increíble”. «Disculpe, señor, ha sido sin querer», dicen que le dijo a su verdugo, cuando le pisó subiendo al cadalso. Así se cierra el libro, con un retrato de familia, los cuerpos erguidos del marido y los hijos a su alrededor. El cuello rojo, las cabezas entre sus manos. Larga vida a la reina guillotinada (al menos entre las páginas ilustradas).Benjamin LacombeEl libro, editado por Edelvives, ya está a la venta. El Instituto Francés de Madrid (Calle del Marqués de la Ensenada, 12 ) organiza una exposición gratuita con los dibujos originales de Lacombe, hasta el 22 de enero.Benjamin Lacombe