Y tú, más
El debate cara a cara para lo que sirvió fue para decirnos quién, en un bar, es más chulo que el otro
Quizás es que había que cambiarle el título a la cosa. Bueno, no, porque cara a cara ya da idea de una confrontación en solitario entre dos personas que no se quieren mucho. Dejemos que el título siga, pero las normas deberían ser algo más laxas, y dejar que los contendientes se dieran de todas las maneras.
Pero entonces lo que hay que cambiar es el objeto del encuentro. El lunes vimos un buen espectáculo televisivo en el que, a pesar de la incompetencia del árbitro (que estuvo, contra su costumbre, fuera de juego), los dos hombres se salieron de su papel absolutamente. Yo estaba citado, como otros cuantos millones de espectadores, para ver a los dos más importantes políticos españoles proponiendo programas y, sobre todo, acciones para limpiar la política española.
Ninguno de los dos sacó a la mesa ninguna medida de gobierno que nos pudiera ilusionar. Rajoy se empeñó en que nos creyéramos que él iba a crear empleo y dejar a las mujeres que se preñaran. Pero no dijo cómo, quizá porque una de las dos cosas es obvia. Y Sánchez, algo parecido. No sabemos hoy, todavía, cómo se va a limpiar la vida de los partidos, ni cómo se va a hacer para que nos quedemos tranquilos con que una oposición a juez, o a secretario de juzgado, no esté interferida por el poder político de turno.
El asunto es que el debate cara a cara para lo que sirvió fue para decirnos quién, en un bar, es más chulo que el otro. Es cierto que se produjo una novedad: esta vez Sánchez ganó por goleada a Rajoy, supo plantar cara a su indiferencia, a su altanería displicente. Pero no era de lo que se trataba. O sí.
Allí no salía ni un folio de un programa. Los dos han aprobado en el capítulo de bronca parlamentaria. Mejor situado, eso sí, Sánchez, que compuso un gesto insuperable al lanzar su órdago sobre la decencia. La gente sabrá a quién votar el domingo, y esperemos que se lean los programas. Pero no van a votar a quien mejor los defienda, salvo los pensionistas, que saben de sobra los porcentajes que les llevan la mano a una papeleta u otra.
Enhorabuena a Sánchez, pero esperamos el debate sobre la regeneración democrática.
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