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Columna
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Subjetivamente

La nueva cara de Han Solo, la vuelta de las legumbres y el final de los tacones de aguja

getty images

Prescindible. Han Solo, con otro careto en la precuela de Star Wars.

Entiendo que las nuevas generaciones solo vean a un actor mofletudo que pasa de los setenta y se empeña en llevar un zarcillo en la oreja, dos décadas después de que deje de estar de moda. Pero para las chicas de mi generación, Han Solo es y será Harrison Ford. Punto.

Miles Teller es el más decente de todos los candidatos. Buen actor, con cierto parecido (en feo) a un joven Harrison. E ídolo de adolescentes snapchateras, por lo que asegura la taquilla. Si me preguntan, prefiero al actor James Franco, pero se parece tanto a Ford como Julia Ormond a Audrey Hepburn. Y ya vieron el remake de Sabrina. Fatal.

Imprescindible. Vuelta a los básicos en la cocina

Ahora que las Navidades se acercan sigilosamente para hacernos aborrecer la abundancia del primer mundo, saquemos a la mesa a las humildes lentejas o a los estruendosos garbanzos, desplazados de los menús chic por la quinoa.

Nuestras legumbres patrias también son deliciosas, nutritivas y baratas, oiga.

Más básicos que no pasan de moda: los pantalones vaqueros (sobre todo, si te hacen buen culo), Nabokov y Dostoievski o los pechos sin operar.

No tienen pase. Los tacones de aguja

La liberación de la mujer le debe todo a los tampones, la píldora… y al zapato plano. Queridos lectores varones, ¿se imaginan lo que limita desplazarse por la vida y una carrera profesional sobre un par de palos con la punta del diámetro de un cigarrillo? Así no hay quien rompa techos de cristal. Como mucho, te rompes la crisma.

En vez de quemar sujetadores, deberíamos desterrar los tacones hasta pasadas las nueve de la noche. Como el gin tonic o el champagne.

De paso, amiga, si quiere tirar todas las medias de cristal de su armario al cubo de la basura, no seré yo quien se lo vaya a impedir. Es lo que tiene querer seguir las tendencias, que se pasa mucho frío.

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