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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

Moscú y su plaza ‘roja’ (o lo que queda de ella)

Moscú, la ciudad de los grandes líderes comunistas como Lenin, Stalin y Trostky, grandes artistas como Kandinsky, Malevich y Chagall, con sus grandes escritores como Dostoyevski y Mayakovski; tenía una plaza ‘roja’.

Kremlin, sábado noche. (Por @icalzada)

Fascinante el Kremlin. Inmensa plaza vacía que ha sido testigo directo de innumerables eventos históricos. Haciendo reunir, un domingo cualquiera, a una tropa de cadetes militares para desfilar sin motivo alguno. Centro neurálgico de una fortificación absolutamente cubierta y provista de todo lo que una ciudad ha venido necesitando desde su propia creación: vigilancia, energía y alimentos. Pero ante todo, una ciudad que guarda celosamente su centro: su centro de poder explícito. El implícito no se observa, pero se intuye. (Se teme, a la luz de las noticias de otra guerra, esta también soterrada e implícita. Me refiero a Siria, como no podría ser de otra manera).

Kremlin, sábado noche. (Por @icalzada)
Desfile militar, domingo mañana. (Por @icalzada)

Un poder que no se desvanece cuando se analizan las políticas de ciudad inteligente (smart city) que se están implementando en Moscú. Pero que, también habría que decirlo, denotan un retraso considerable y un afán ‘inversor’ del superavit proveniente del excedente productivo por el posicionamiento estratégico, erigiéndose como una de las economías emergentes mundiales (BRICS).

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Mosaico del Kremlin. (Por @icalzada)

Pasado y presente delante del mítico teatro Bolshoi. Y futuro, que si lo observamos desde lo que hemos observado nos llevaría a una profunda y larga conversación justo delante del Bolshoi.

Teatro Bolshoi. (Por @icalzada)
Teatro Bolshoi. (Por @icalzada)

Me refiero, a una conversación con la estatua del mudo e impasible Karl Marx a pocos metros del Teatro Bolshoi. Un Marx que parece que no encuentra maneras para articular su legado y que observa incrédulo a los que invocan a los cuatro vientos dialécticas de tipo MBA ‘política vieja’ vs ‘política nueva’.

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Karl Marx. (Por @icalzada)

Imagen que encontramos en numerosas lugares públicos como esta.

Cuadro en restaurante ordinario en Moscú. (Por @icalzada)
Cuadro en restaurante ordinario en Moscú. (Por @icalzada)

Y contrastes permanentes entre una ciudad que mantiene las reminiscencias de un pasado revolucionario con la emergencia de un consumismo capitalista exacerbado.

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A la izquierda la marca comercial Valentino y a la derecha la imagen de Lenin. (Por @icalzada)

Y de repente, me encuentro de frente con la estatua del gran Fiódor Dostoyevski. Niños soldados desfilando en el mismo Kremlin. Y permamente nostalgia comunista convertida en souvernirs en forma de hoz y martillo. Del materialismo histórico, al materialismo fetichista, cual matrioska. La ciudad de Moscú es una matrioska urbana, con una ciudad cronológicamente anterior dentro de la siguiente edición urbana; siendo todas ellas distintas. Capas de historia, en una ciudad que parece invariable con el paso del tiempo. Ciudad de contradicciones como las contradicciones que florecen de las propias ciudades.

Matrioskas, souvernirs, Fiódor Dostoyevski y niños soldados. (Por @icalzada)
Matrioskas, souvernirs, Fiódor Dostoyevski y niños soldados. (Por @icalzada)

Un poco más adelante, callejones tradicionales como este, convertidos en galerías de comercio alta gama con escaparates mostrando ‘baratijas’ Louis Vuitton, Gucci, Dolce & Gabbana, etc… en una calle donde consumir es sinónimo de normalidad, alegría y el derecho a la ciudad se compra en cuotas de marcas comerciales.

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Consumismo de gama alta. (Por @icalzada)

Un poco más adelante, calles, edificios y simbología en contraste permanente con el presente.

Simbología comunista. (Por @icalzada)
Simbología comunista. (Por @icalzada)

Y vigilando ahí en lo alto, el empire state moscovita al más estilo metrópolis de Fritz Lang.

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Empire State moscovita. (Por @icalzada)

Y es que cuando entramos en la plaza roja de Moscú, nos encontramos con un parque de atracciones en cuyo interior las grandes marcas se reparten los metros cuadrados de un centro comercial que parece haber sido diseñado para la mismísima emperatriz Sisí.

GUM. (Por @icalzada)
GUM. (Por @icalzada)

Y es que fuera, la catedral St Basil, es verdaderamente el único lugar en donde parece que el tiempo se ha parado, y el color ‘rojo’ de sus paredes todavía parece no haberse descascarillado.

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Catedral St Basil en la Plaza Roja. (Por @icalzada)

En Octubre tuve la oportunidad de explorar los contornos urbanos céntricos de Moscú que como ciudad global está dando cabida a su estrategia de ciudad inteligente. En esta exploración tuve la oportunidad de hacerme una ligera idea de la escala y también de los diversos retos urbanos y estratégicos que la ciudad atraviesa en razón a dos actividades científicas en las que tuve el placer de participar como académico visitante:

1.- La primera de ellas se refería a un inmenso evento denominado ‘Open Innovation Forum 2015: Habitat’ con ponentes de primer nivel internacional en el campo de las ciudades y la innovación como el archiconocido Jeremy Rifkin entre otros. Entre arquitectos, consultores internacionales, empresas, autoridades locales y algún que otro académico componíamos un amplísimo programa de cinco días. Destacaría la participación de Carlo Ratti del MIT y Tim Stornor del Academy of Urbanism (prestigiosa institución que ha otorgado su premio anual a mi ciudad natal, Donostia-San Sebastián), con los que tuve la oportunidad y el placer de compartir mesa de discusión sobre el ciudadano, la tecnología, la ciudad y el lugar que ambos ocupan y deben ocupar.

Open Innovation 2015, Habitat. (Por @icalzada)
Open Innovation 2015, Habitat. (Por @icalzada)

2.- El segundo, y seguramente en sentido muy complementario (también contradictorio), fue una conferencia que ofrecí en el Museo de Moscú. Delante de un nutrido público post-master y profesionales inquietos con ganas de hacer cosas en una ciudad en la que parece que la tecnología (e ingentes cantidades de inversiones corporativas) de por sí ya, tienen resueltos muchos aspectos que una ciudad como Moscú presenta. En este evento, participó otra ponente venida del Singapor, lo que hizo más que necesaria la articulación y la matización de muchas cosas que normalmente nos vienen ya (erroneamente) enlatadas desde la paradigmática ciudad-estado. Tecnología, ciudad y estado, en sentido puro y unívoco de eficiencia, siempre cosecha cierta suspicacia inicial. Aspecto que pude confirmar en la medida que mi compañera de teatro moscovita desarrollaba su exposición. Como siempre la interacción con jóvenes profesionales, emprendedores y activistas de la ciudad, me dejó muy buen sabor de boca y mejor ánimo al escuchar planteamientos en la buena dirección. A pequeña escala, pero con una buena orientación. Aquí la conferencia impartida.

A modo de detalle me dijeron que Lenin había impartido algunos de sus discuros más celebres en el teatro donde nos encontrábamos.

Perplejo con el contraste, me adentro en la ciudad. La mejor manera para indagar en esas contradicciones es ‘bucear’ en las ciudades, explorarlas: Desde su metro que es uno de los más curioso lugares de la ciudad.

En el exterior, sus calles enigmáticas con elementos que nos teletransportan al pasado constantemente.

Siguiendo al maestro japonés Murakami, me adentro en las arterias de la ciudad, recorriéndola entre congestión urbana y un frío invernal de diez grados bajo cero.

Lugares y edificios cobrizos. Bocas de metro con pequeñas lámparas blancas de noche (como si quisiesen susurrarnos algo al oído). Diseño sombrío y muy serio. Nadie sonríe. Me dicen que los moscovitas son así (no están enfadados). Ah, me tranquilizo.

Entre luces de neón, ya otra vez en el Kremlin uno se percata que: la plaza 'roja' ya ha empezado a descarillarse. Y de 'rojo'...solo le queda el nombre.

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