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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

De la cuna a la tumba... en la red

Por Carlos Ballesteros

Hace tiempo la expresión de la cuna a la tumba se puso de moda entre los ecologistas que trabajaban en temas de diseño industrial, diseño verde y demás asuntos parecidos. Esta frase (en inglés from cradle to cradle o C2C) hace referencia a cómo los productos deben diseñarse teniendo en cuenta tanto los aspectos medioambientales de las materias primas que lo componen, los de los procesos industriales que intervienen en su fabricación, transporte, comercialización y uso así como los de su definitiva destrucción una vez acabado su período útil. Se relaciona con conceptos como los de huella ecológica, ciclo de vida o más modernamente con los de green design, economía circular o waste zero.

Sin embargo no es mi intención en este post hacer una referencia a esta idea tan verde y atractiva. El título de mi artículo viene a colación de dos publicaciones en prensa de los últimos días y de la última novela que acabo de leer. Empezando por esta última, muy recomendable pero angustiosa, se trata de “El circulo” de Dave Eggers (publicado en España por Random) y narra la historia de Mae, una pobre chica de provincias estadounidense que entra a trabajar en una empresa llamada El Circulo, gracias al enchufe de una buena amiga, alta directiva de la misma. Poco a poco vamos viendo, en paralelo, cómo Mae asciende en la empresa gracias a su ilusión, a sus ideas innovadoras y a la falta de escrúpulos y de conciencia ética. Mae está, como se dice ahora y se busca en los empleados, comprometida con la empresa y con sus valores.

El circulo es una empresa de la sociedad de la información que dispone de todos tus datos, de tu identidad, se anticipa a tus gustos, forma parte de tu vida 24 horas, conoce tus sentimientos y los de los miles de millones de personas que están conectadas a la red… y además favorece y financia cuanto proyecto de innovación social se presente. Sea un proyecto de acuario que cual moderna arca de Noé recoja en la sede social de la empresa todas las especies de peces y animales acuáticos del mundo o sea la implantación de un chip bajo la piel de un recién nacido para evitar hipotéticos secuestros (y ya de paso, controlar sus movimientos, obtener información de sus hábitos de consumo a medida que crezca etc.).

Mae lleva una cámara que retransmite a miles de millones de espectadores cibernéticos su vida 24 horas (solo se apaga el audio, por razones de respeto a los oídos de la audiencia, que no querrá oír ciertos esfuerzos ni sonidos escatológicos) cuando Mae entra en el lavabo. La parte visual, dado que lleva la cámara en su pecho y enfoca al frente no hace falta desconectarla y sobre la olfativa el texto no hace ninguna referencia. En su mesa de trabajo Mae tiene al final de la novela cerca de 8 pantallas, en las que debe responder en tiempo record a miles de mensajes, hacer likes o pings en múltiples fotos, contestar solicitudes y en fin estar permanentemente activa y atenta a su reputación 2.0. Una novela que te engancha por lo angustiosa, que te acongoja (por ser fino) y que aunque es de ficción es muy realista.

Tan realista, tan realista, y aquí llegan mis otras dos referencias: el pasado 27 de octubre, un diario tan serio y de gran reputación en el ámbito económico y empresarial como Expansión publicó un artículo en el que (y no, no era ningún día de los inocentes) recomendaba a los futuros padres y madres pensar el nombre de su próximo bebé de acuerdo a su futuro posicionamiento en redes. La hermana del fundador de Facebook recomendaba en él buscar en Google y en redes el nombre pensado para el bebe, no fuera a ser que ya existieran personas con ese apelativo que diera mejor SEO, o que coincidiera con personas con escasa o mala reputación 2.0. También recomendaba reservar el dominio del futuro vástago; reservar el nombre en twitter, Instagram o abrirle su propio canal de Youtube; abrir cuentas de email al neonato y, eso sí, abstenerse de hacer nada con ellos hasta que el hijo se pueda valer por si mismo, para no enturbiar su “marca internet”.

El segundo, con ocasión de la celebración reciente del Día de Difuntos, ha sido publicado por el medio que nos acoge, en su suplemento IDEAS y bajo el sugerente título de “Tus amigos de Facebook no te olvidanhace referencia a lo que se llama ahora la 3ª muerte (la primera sobreviene cuando físicamente mueres, la segunda cuando eres enterrado; la tercera ocurriría cuando eres olvidado). En este caso el articulo hace referencia a cómo, una vez que físicamente ya no estés, tu vida virtual continúa, hay motores que llegan a publicar en tu nombre, interactuando con aquellos de tus amigos que siguen compartiendo cosas en tu muro de Facebook , etcétera. Otro invento similar es Omneo, una piedra realizada con tus cenizas, con un chip inteligente en su interior que se conecta con la red y que interactúa con aquellos que desean seguir en contacto contigo (esto es como la Ouija pero en versión 2.0 que mola más)

Así que de la cuna a la tumba la red interfiere en todas tus inspiraciones y expiraciones; controla desde tu nombre y por lo tanto tu identidad (nota: apunte para un futuro post sobre cómo se construye la identidad del consumidor en estos tiempos 2.0) a tus sentimientos (nota: apunte para un futuro post sobre el marketing experiencial y cómo la red podría inducirte estados de ánimo según estés cerca de una pastelería –ansiedad, tristeza, soluciónalo con chocolate- inseguridad cerca de una tienda de moda, euforia al pasar por una lotería o una casa da apuestas…); tus relaciones (nota: apunte para un futuro post ya no sobre cómo ligar y/o obtener sexo fácil desde la red sino como ligar/obtener sexo fácil con/de la propia la red. O también sobre cómo la red, cual madre antigua, te dirá si ese chic@ te conviene o no); tus constantes vitales (nota para un futuro post: el médico en la red, la farmacia online, los wereables y el internet de las cosas…¡ah no, esto ya existe!); tus finanzas (¿Cuál es ese país europeo en el que se dice que en 2016 ya no se va a poder pagar con monedas sino solo con tarjeta o desde el móvil un simple café en una cafeteria?), tu alimentación (¿una app que cocine, vaya a la compra, ponga la mesa, te regañe cuando comas algo prohibido, te felicite cuando engullas hojas de lechuguita), tu muerte (Nota: esto no es 2.0 pero en EE.UU. puedes decir adiós a tus seres queridos desde el coche, en plan drivethru).

En definitiva ese gran hermano del que hablaba Orwell y que en 1984 muchos pensábamos que era eso, ciencia ficción, ya está aquí y controla desde la cuna hasta la tumba todos tus pasos.

Comentarios

Muy bueno y oportuno.Un saludo

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