Leonardo DiCaprio: “Sería nauseabundo desear más”
Vive con igual pasión su trabajo como intérprete y como defensor del medioambiente Superado el fenómeno ‘Titanic’, inicia su camino hacia conseguir, por fin, el Oscar por 'El renacido', uno de sus papeles más exigentes
Leonardo DiCaprio disfruta del momento. La sonrisa del triunfo brilla en sus ojos. Con los brazos cruzados y un ligero balanceo en la silla hoy tampoco tiene intención de compartir ni un solo ápice de su vida privada, pero saborea los intentos. "Me abstengo de dar cualquier detalle personal porque luego se saca de madre", confiesa.
Pregunta. ¿Es cierto su compromiso con la modelo Kelly Rohrbach?
Respuesta. Una vez más, no quiero hablar de mi vida personal. Cuando sea, será, como llevo años diciendo. Uno no planea estas cosas. Pero si ocurre tendrá que ser con alguien que defienda el medioambiente. ¡No me veo con alguien que no crea en el cambio climático!
Su risa es despreocupada. En otro momento, una conversación sobre el catálogo de modelos con las que ha compartido su vida habría sacado de quicio a El Lobo de Wall Street. Esta vez no le importa. Es más, la estrella, de 41 años, incluso bromea con ello. Quizá sea cosa de la edad o de los efectos del amor por la joven de 25 años graduada en la Universidad de Georgetown y preocupada por el medioambiente, aunque más conocida como modelo de Sports Illustrated. Pero es más probable que su seguridad provenga de cómo está siendo recibido su último trabajo. "Leo finalmente ganará el Oscar", tuiteó el guionista y creador de Perdidos Carlton Cuse nada más ver El renacido, el último filme del candidato a la estatuilla en cinco ocasiones, esta vez a las órdenes de Alejandro González Iñárritu. "Este es el año en el que conseguirá su Oscar", secunda en titulares Vanity Fair. ¡Cómo para no sentirse el rey del mundo! DiCaprio quiere hablar. A ser posible de su trabajo ya sea en el cine o como asesor de temas medioambientales para la ONU.
"No me veo con una persona que no crea en el cambio climático", dice sin confirmar su noviazgo
"Es el trabajo más duro que he hecho en mi vida. Y lo digo con conocimiento de causa porque he vivido varias situaciones extremas, al borde de la muerte. Parezco un imán", se ríe este amante de los deportes de riesgo al que le ha fallado el paracaídas en dos ocasiones. "El papel más duro y también el que más me ha dado porque en su mayor parte lo que ves es real y eso se siente. Nos embarcamos en una aventura tan salvaje como la naturaleza que disfrutamos, donde lo que ves es nuestra reacción a esos lugares tan increíbles por los que nos perdimos, todo ello rodado con un alcance épico pero captando a la vez sin ningún miedo la respiración, el sudor, la sangre o los momentos más íntimos. Eso es lo que me lleva a hablar sin parar", reafirma alguien con una filmografía que se acerca a los 30 títulos.
La aventura ha durado año y medio según su barba, dice el actor, que hoy ha vuelto a su bien cuidada perilla. Las greñas de oso se han quedado en el filme donde interpreta a Hugh Glass, trampero y explorador de la América salvaje de finales del siglo XIX que, dado por muerto tras ser atacado por un oso, vuelve a la civilización en busca de venganza. La extremada crudeza gráfica de esta cinta es el único obstáculo que se puede interponer entre él y el Oscar. "Debo de haber perdido la sensibilidad después de hacer tantas películas porque para mí es solo una muestra detallada del periodo en el que transcurre la historia, la perfecta fusión de violencia y belleza", explica sin miedo.
Su padre le ha ayudado a mantener los pies en la tierra, pero él aspira a ser como su madre
P. ¿Cómo comulga esa lucha por la supervivencia con su lucha actual por el medioambiente?
R. Está claro que ya no hay hombres como los de antes porque al final del día yo dormía en mi cama en un hotel. Protagonizar esta ficción me pareció más adecuado que nunca dado que el rodaje coincidió con el documental que estoy preparando sobre el cambio climático. Y por todos los países por los que he ido, de Canadá a Sudamérica, he visto lo mismo que se ve en la película: la avaricia del hombre al extraer materias primas y cómo los abusos contra la naturaleza pueden acabar con culturas enteras y con los vestigios de humanidad que hay en nosotros.
Incluso a temperaturas bajo cero y en medio de la nada se nota que DiCaprio disfrutó del rodaje, su mente vuelve a los parajes visitados: de Calgary (Canadá) a Ushuaia (Argentina), donde no le importó perderse. Momentos equiparables a su visita al Amazonas o a los templos de Angkor Wat, en Camboya, sitios mágicos donde se sintió transportado a sus sueños infantiles. "Irónicamente lejos de la civilización", sopesa. Un claro contraste con ese amor que desde niño le une a Hollywood, industria de la que nunca se sintió parte. Parafraseando su trabajo en El gran Gatsby, DiCaprio cree ser "más Nick Carraway que Jay Gatsby". "Entonces me identificaba con la soledad de Travis Bickle", añade recordando la primera vez que vio Taxi Driver con su padre. Él hizo que se fijara en Robert de Niro como ejemplo de un gran actor. No mucho después, trabajaban juntos en Vida de este chico. Ahora el chaval que sobrevivió al fenómeno Titanic es parte de la élite.
P. ¿Cuál es su secreto para no haberse perdido en Hollywood?
R. Mi padre. No solo marcó mi carrera alentándome a correr riesgos sino que me guió como persona. Siempre me ha dicho que no importa lo que haga con tal de que viva una vida interesante, que sea feliz cada mañana.
P. ¿Y su madre qué consejo le ha dado?
R. Ella es la honestidad hecha mujer. Muy alemana. Brutalmente honesta, de las que no dan un respiro. Lo digo con cariño porque aspiro a ser como ella.
P. ¿Qué más le gustaría conseguir?
R. Con todo lo que tengo sería nauseabundo desear más. Me siento una persona increíblemente afortunada. Pero hay muchas cosas que desearía para el mundo en el que vivimos. Entre ellas esa cumbre que se va a celebrar en París y que espero nos aúne en la lucha medioambiental. Porque estamos viviendo un tiempo de locos.
Un artista con arte
Puede que antes fuera más conocido por su lista de exnovias top models (ha salido, al menos, con 12), pero desde hace un tiempo es en coleccionar arte donde invierte parte de su fortuna, una afición por la pintura que le viene de cuna.
La colección de DiCaprio se centra en el constructivismo ruso y el expresionismo alemán, épocas de las que además de la pintura le interesa el arte popular, como carteles originales de El acorazado Potemkin o El gabinete del doctor Caligari. En su colección ha tenido obras de Walton Ford, Julian Schnabel, Banksy o Elizabeth Peyton, que no ha dudado en subastar para causas medioambientales —que apoya desde 1998 a través de la fundación que lleva su nombre—. Y también sigue comprando: en septiembre sorprendió a los asistentes a una subasta a favor de tortugas en peligro de extinción al ser el único que pujó hasta 223.000 euros por Pacific Theater, una acuarela de Walton Ford.
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