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El mercado gasista europeo se calienta de nuevo y lleva la luz a máximos de casi dos años

La nueva subida del combustible rey en calefacciones e industria agrava los problemas de competitividad del sector secundario europeo

Ignacio Fariza
Una planta de licuefacción de gas, para exportarlo por barco, en Kitimat (Canadá).
Una planta de licuefacción de gas, para exportarlo por barco, en Kitimat (Canadá).Jennifer Gauthier (REUTERS)

Nada que ver con los malos viejos tiempos, los de la crisis energética, cuando el gas natural llegó a superar los 300 euros por megavatio hora (MWh) en Europa. El mercado gasista, sin embargo, empieza a arrojar señales preocupantes tanto para el precio de la luz como para la industria: tras varias semanas al alza, la referencia continental flirtea de nuevo con los 50 euros, su nivel más alto en más de un año y el doble que en los primeros compases de 2024. Una subida que ha arrastrado consigo a la electricidad —el mercado eléctrico español ronda ya los 140 euros por MWh, máximos desde principios de 2023— y que agrava los problemas de competitividad de una industria, la europea, tristemente acostumbrada a pagar facturas estructuralmente más altas que sus pares estadounidenses.

Como prácticamente siempre que suben con fuerza el gas o el petróleo, no hay una única causa detrás. Influye, y no poco, la meteorología. Por un lado, no está siendo un otoño particularmente ventoso, lo que está impidiendo a la eólica brillar con luz propia y evitar, así, la quema de gas en las centrales de ciclo combinado. Por otro, las temperaturas en algunas zonas de Europa están siendo ligeramente más frescas que en los últimos años, con el consiguiente mayor uso de las calefacciones.

La suma de ambos factores ha provocado una caída algo mayor de lo esperado en las reservas subterráneas de este combustible, que siguen en niveles más que saludables en comparativa histórica (cerca del 88%) pero que se han dejado casi seis puntos porcentuales en solo dos semanas. En la primera mitad de noviembre, el consumo de gas almacenado fue el segundo mayor de los 15 últimos años, según los datos de Bloomberg.

“Mientras América del Norte se prepara para la primera ola de frío de la temporada, Europa teme lo que en alemán se conoce como dunkelflaute: frío y poco viento, lo que está contribuyendo a la subida en el precio del gas”, explica Norbert Rücker, jefe de análisis económico del banco suizo de inversión Julius Baer. “Aún es pronto, pero el tiempo puede marcar una gran diferencia en las expectativas de escasez para el próximo año”, profundiza Sadnan Ali, analista de gas y petróleo del banco británico HSBC. Su pronóstico más reciente pasa por que los depósitos europeos de gas terminarán la temporada de frío en el entorno del 42%, casi 20 puntos menos que un año atrás.

El recrudecimiento de la guerra en Ucrania parece, además, alejar cualquier posibilidad de acuerdo para que el combustible ruso siga fluyendo por gasoducto rumbo a Europa: de no sellar un pacto antes de que termine el año, el gas dejará de entrar por esa vía. Las últimas sanciones estadounidenses sobre el brazo financiero de la energética Gazprombank, propiedad del Kremlin, amenaza incluso con precipitar los acontecimientos. Aunque las llegadas de gas ruso por tubo ya son mínimas —no así por barco, que siguen volando alto—, el corte definitivo de uno de los últimos gasoductos que lo conectan con Rusia calentaría aún más los precios en el Viejo Continente.

Hay más. Tras dos inviernos particularmente cálidos, los importadores asiáticos han regresado en las últimas semanas al bazar mundial del gas natural licuado (GNL, el que se mueve por barco), reduciendo los volúmenes disponibles y obligando a las energéticas europeas a pagar una prima algo mayor.

Aunque el suministro europeo de gas parece hoy a resguardo, tanto por un mercado de GNL ya completamente engrasado —con Estados Unidos poniéndose las botas (y haciendo su agosto) como gran proveedor europeo— como por unos depósitos que, aunque declinantes, continúan mucho más altos. Los precios, en cambio, sí están sufriendo un calentón mayor de lo previsto por la mayoría de casas de análisis.

Luz más cara para los hogares con PVPC

La reciente subida en el mercado eléctrico español, a lomos del gas, no tiene un impacto simétrico sobre todos los consumidores. Quienes más lo están sufriendo —y, en sentido contrario, quienes más se beneficiaron por el hundimiento de precios de la pasada primavera— son los hogares y pymes que optan por el mercado regulado o PVPC, cuya factura depende en gran medida de lo que ocurra con la cotización mayorista. Son casi cuatro de cada diez contratos.

El resto, los que optan por el mercado libre, están más protegidos: la mayoría de ellos tiene firmadas unas condiciones de antemano con su comercializadora, con precios, en la mayoría de casos, completamente independientemente de lo que ocurra en el mercado mayorista.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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