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Tentaciones
LO QUE HAY QUE VER

Que alguien pare a James Franco, por favor

El actor, director, guionista, escritor y artista a tiempo total anuncia un disco inspirado en The Smiths. Y ya es hora de que alguien le eche el freno

James Franco lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a convencer a alguien poderoso de que es capaz de hacer todo lo que se proponga. De que él es un hombre en constante Franconaissance. El actor que también escribe, pinta, presenta y hasta da clases. El que sabe de música, de arte experimental, de poesía y de lo que le echen.

Hace apenas unos días, recibíamos con sudores fríos la noticia de que el sello discográfico Kobalt producirá un disco del grupo capitaneado por el actor. Daddy, que así se llama su formación musical, podrá así poner en el mercado una obra inspirada en The Smiths, cuyas canciones estarán basadas en poemas escritos por el propio James Franco aludiendo a canciones de la banda de Morrissey.

El disco se llamará Let me get what I want y, además de una obvia referencia a la mítica canción de The Smiths, es también el mantra que rige la vida James Franco, esa antítesis de hombre del renacimiento que ha conseguido (y sigue consiguiendo) hacer todo lo que quiere… aun cuando todo le sale rematadamente mal.

El secreto de su anti éxito parece estar en pulular por todas las disciplinas artísticas posibles sin dominar absolutamente ninguna, simple y llanamente, porque el nombre de James Franco parece haberse convertido en una llave mágica capaz de abrir cualquier puerta (sin cerrársela después en las narices como merecería).

Al menos, hasta ahora. Porque ha llegado el momento de asumir que de tanto reírle las gracias a Franco, hemos creado un auténtico monstruo. Y si aún no eres consciente del peligro de esta criatura, a continuación recordamos algunos de los (muchísimos) momentos en los que James Franco nos ha pedido a gritos que, por favor, le paremos los pies.

Esa pinta de preferir estar en el dentista antes que presentando la gala más importante de Hollywood. Esa pereza absoluta para seguir el telepromper digna de un niño pasota leyendo la lección en el cole. Esos intentos desesperados de la pobre Anne Hathaway por levantar el espíritu de un auditorio que estaría atónito ante el descalabro que presenciaba si hubiera podido mantenerse despierto durante la ceremonia.

La incursión de James Franco en el mundo del espectáculo televisivo fue por todo lo grande, y reflejó a la perfección el espíritu profesional que caracteriza todas sus aventuras artísticas. A saber: Ninguna preparación y toda la desgana. En el 2011 no lo sabíamos, pero todavía nos quedaba tortura para rato de la mano del bueno de Franco.

Cuando intentó ser feminista y se acabó cortando el pene:

Recientemente, James Franco decidía que su opinión sobre las cuestiones de género aún no había sido escuchada y, por supuesto, había que ponerle remedio a tal tragedia. Decidió darse voz además por partida doble, imaginándose y transcribiendo una conversación entre James Franco chico y James Franco chica. Un tete a tete entre Franco Chico abogado del diablo y Franco Chica abogada de oficio tirando a incompetente que, entre sus cuestionables reflexiones y aportaciones sobre el feminismo, acaba convenciendo a Franco de que se corte el pene.

Cuando intentó ser poeta y consiguió que Gloria Fuertes se revolviera en su tumba:

Hay arte que parece simple y no lo es. Es eso que millones de padres en el mundo ven y proclaman sin sonrojarse que “mi hijo pinta mejor”. Hasta ahora, estos progenitores podían ser refutados por expertos, pero gracias a James Franco, por fin podrán decir cosas como “los poemas de mi hija son mejores”, y el mundo literario al completo no tendrá otra opción que admitir que, sí, probablemente tenga razón. En su libro de poesía Directing Herbert White hay rimas infantiles, temática difusa y talento… bueno, talento no mucho, pero en su defensa diremos que ha conseguido que releamos los poemas que escribíamos en EGB con una renovada admiración.

Cuando intentó pintar pero resultó que todo era una copia de otro artista:

Hoy en día, uno no puede decir que es un verdadero artista multidisciplinar si no se ha plantado delante de un lienzo en blanco. James Franco reclutó a su amigo Seth Rogen para crear una serie de cuadros en los que este aparecía desnudo con textos como “oso dormilón” o “¡Seth lo quiere!”. Estas obras, que no fueron exhibidas en ningún museo, sino en la mayor plataforma de difusión de imágenes del mundo –Instagram- resultaron no ser del todo originales, sino la versión Jamesfranquizada de la obra del artista Christopher Schultz, que en su serie de dibujos “Seth” había retratado a Rogen en lo que para James Franco suponemos fue una mera primera capa de trabajo.

Cuando intentó crear un documental y desperdició su oportunidad en Saturday Night Live:

¿Qué sucede entre bambalinas en el programa de humor más importante del mundo? ¿Cómo se concibe y desarrolla? ¿Qué pasa en la semana previa al directo de cada sábado? Estas y otras muchas preguntas son las que nos hemos hecho durante décadas todos los aficionados a la comedia en general y al Saturday Night Live en particular. Y las que nos vamos a seguir haciendo. Porque cuando por fin los jefazos del programa le dieron permiso a un cineasta para que reflejara con su cámara las repuestas a todas nuestras dudas, ese cineasta resulto no ser otro que James Franco, que, al más puro estilo Franco, desaprovechó absolutamente la ocasión.

Cuando intentó hacer una parodia hilarante y nos mató de vergüenza ajena:

Está claro que alguna fuerza del universo trabaja duro para impedir que absolutamente nadie le pueda decir que no a James Franco. Por eso cuando le propuso a America Online la producción de su propia serie de humor, estos pensaron “este tipo salió de Freaks and Geeks y hace el payaso con Seth Rogen, ¿qué puede salir mal? Pues, ¿en Making a scene with James Franco? Prácticamente todo. Lo que se supone una parodia o comentario irónico sobre el resto de la televisión, se convierte en un carrusel de grima que hace que uno llegue a plantearse seriamente si es posible morir de vergüenza ajena.

Cuando intentó ser un erudito y le pillamos durmiendo en clase:

En 2008 James Franco decidió expandir sus horizontes culturales atendiendo a no uno, sino cuatro cursos universitarios diferentes: cine, poesía, ficción y arte. Y hasta le dejaron inscribirse en un doctorado de Yale. Imaginamos que la actitud de Franco con sus estudios es la misma que domina el resto de su vida artística: todo el ansia de reconocimiento sin invertir nada en esfuerzo. O al menos eso deducimos de que, 1) a fecha de hoy no haya terminado ninguno de estos estudios y 2) de la que hasta ahora ha sido la gran contribución de su paso por tan alta educación: la foto de Franco durmiendo en clase que se convirtió en viral.

Cuando intentó ligar por Instagram con una menor:

Para James Franco, Instagram es una plataforma más en la que expresar su incontinente vena artística. Ahí se retrata a sí mismo (drogado, disfrazado y, en general, siendo James Franco) y también a su obra (exposiciones artísticas en galerías, cuadros, rodajes…). Pero la red social también le vale para aprovecharse de su fama y ligar con fans. Su historia más sonada ocurría hace un año, cuando tras ser informado de la edad de una de estas seguidoras (17 años), el actor no encontró reparo alguno para intentar seguir llevando su operación amorosa a buen puerto: “¿Estás soltera, en qué hotel te hospedas, alquilo una habitación?”, fueron algunas de las cuestiones que el bueno de Franco le preguntaba a la menor.

Cuando intentó ser irónico y participó en un culebrón:

Para James Franco, todo lo que hace James Franco es arte, por eso, en su cabeza, la idea de que él, una estrella de Hollywood, participara en uno de los culebrones más importantes de Estados Unidos, era una obra de arte en sí misma. La realidad, como la del resto de incursiones de Franco en el mundo creativo, fue decepcionante. En Hospital General, lo que debería haber sido un buen actor en una mala historia de culebrón se convirtió en un actor mediocre poniéndose a la altura del resto de su compañeros creyéndose mejor que ellos. Una prueba más de que el mundo necesita urgentemente empezar a decirle mucho más a menudo que a James Franco que no.

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