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Una mujer de escucha y acción

"Después de más de diez años de recorrido en el mundo de la cooperación internacional, lo que más me motiva a seguir aprendiendo"

A la izquierda, Mar Pozuelo, quien lleva 10 años recorriendo el mundo como cooperante. En la imagen, en Selva Verde Muyo, Santa Rosa.
A la izquierda, Mar Pozuelo, quien lleva 10 años recorriendo el mundo como cooperante. En la imagen, en Selva Verde Muyo, Santa Rosa.ach

A menudo me dicen que mi trabajo es bonito porque ayudo a los demás. Sin embargo, siento que lo más bello de la cooperación es lo que todos los días aprendo de la valentía, la fuerza, la humildad y la alegría de las gentes que he tenido la suerte de conocer. Estar a la escucha de las necesidades de una comunidad y convertir en realidad sus proyectos es algo que me fascina y me motiva cada día, y que compensa ante las dudas que a menudo surgen sobre las duras realidades y situaciones graves que se enfrentan, las contradicciones de la cooperación, la enormidad de los problemas… Para seguir, pienso en los cantos y las danzas de las mujeres, en el empeño increíble por salir adelante, y me uno a esa corriente de vida.

Después de más de diez años de recorrido en el mundo de la cooperación internacional, lo que más me motiva a seguir con este trabajo es el aprendizaje. Al llegar a una comunidad, a un pueblo, para apoyarles en su deseo de mejorar su acceso al agua, a la electricidad, a la educación, a la salud, a una mejor producción agrícola, a una mayor capacidad de soberanía alimentaria, mi actitud siempre es escuchar.

Pronto, en cada comunidad destacan hombres y mujeres que dedican su tiempo y energía a impulsar cambios positivos. Si la cooperación está hecha de gruesos volúmenes de proyectos y presupuestos para la obtención de fondos y la justificación apropiada de los gastos, sin duda creo que es, sobre todo, fruto de personas que han elegido la acción.

Pronto, en cada comunidad destacan hombres y mujeres que dedican su tiempo y energía a impulsar cambios positivos

Recuerdo en El Salvador, una mujer india, menudita, embarazada, liderando el grupo de construcción de casas después del terremoto. Recuerdo su fuerza y generosidad, su sencillez y alegría. En Togo, un ingeniero agrónomo que decide regresar a su pueblo e innovar en prácticas agropecuarias, convirtiendo un terreno inhóspito en una huerta rodeada de árboles. Impulsor de una asociación de jóvenes por la reforestación, su voluntad de actuar a través del ejemplo tiene un efecto multiplicador que él mismo no imaginaba. Con su empeño y entereza, realiza el salto perfecto entre la motivación individual y la movilización comunitaria. En las montañas del Amazonas, recuerdo a los comuneros subiendo piedras del río para los anclajes de la construcción de un huaro… Los pueblos indígenas en su lucha por mantener sus medios de vida, tratando al mismo tiempo de frenar el avance de las grandes empresas de tala de árboles.

Y lo primero que hago siempre es escuchar, compartir su bebida y su comida, pasear por sus campos descubriendo detalles de su entorno, impregnarme de pequeños gestos de su cotidianidad. Cuando después regreso frente a la pantalla del ordenador para redactar una propuesta o un informe, me siento un pequeño eslabón más de esa cadena que hace posible transformar realidades. Y si algo me gusta transmitir sobre mi trabajo, cuando tengo oportunidad de hacerlo, es la convicción de que todos y cada uno de nosotros podemos formar parte de esa cadena. Porque en todas partes del mundo, en cualquier lugar, se puede ser un hombre o una mujer de acción, contribuir a mejorar la vida de los más vulnerables, y unirse de una forma u otra a su esfuerzo, a esa corriente llena de vida y capacidad transformadora.

Mar Pozuelo es actualmente coordinadora de Seguridad Alimentaria y Medios de Vida en la misión de Níger de Acción contra el Hambre. Anteriormente ha trabajado para la organización en Guinea y su trabajo le ha llevado por diferentes lugares de América y África.

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