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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

Nuevas ciudades inteligentes: ¿un nuevo fracaso del racionalismo planificador?

El diseño, planificación y construcción de ciudades enteras se ha convertido en un negocio global con altas promesas de rendimientos económicos, un negocio enfocado a las clases medias-altas de países en desarrollo. Este modelo de urbanización es la plasmación espacial y la última realización de la ciudad liberal como ideología política de un mundo urbano

Hoy nos encontramos con que el modelo de construcción de nuevas ciudades altamente equipadas con las últimas tecnologías digitales y de sostenibilidad se dirige a las clases medias-altas y altas, e iniciadas y lideradas por consorcios financieros internacionales que buscan en los poderes públicos un rol puramente facilitador

Imagen de Dave Patten bajo licencia Creative Commons. Fuente: Flickr.

(*) Por Manu Fernández

La construcción de nuevas ciudades (cities from scratch) como realización de un nuevo modelo de desarrollo urbano que atienda a la creciente urbanización mundial ha tenido en las smart cities (ciudades inteligente) una de sus principales referencias. Los proyectos de smart city que se han propuesto como ejemplares, icónicos o referentes han sido, en muchos casos, proyectos de urbanización desde cero de áreas espaciales que se promueven como nuevas ciudades. Songdo, PlanIT Valley, Masdar o Lavasa se han constituido como referentes de los dos últimos años en la utilización de las tecnologías más avanzadas y como demostración de la posibilidad de planificar desde cero.

La argumentación principal de este tipo de desarrollos, más que atender a necesidades de la población –que inicialmente no existe- o a dificultades propias de las ciudades ya existentes en el mundo, reside en servir de espacios de experimentación a gran escala de manera que sirvan como aprendizaje tecnológico para entender cómo integrar esas tecnologías en el funcionamiento social. Este fenómeno refleja una nueva manera de entender los territorios como lugares de experimentación de soluciones tecnológicas y nuevas propuestas urbanísticas. Frente a este interés teórico, la construcción de nuevas ciudades con un alto contenido tecnológico busca prescindir de la complejidad y dificultad que suponen las ciudades ya existentes- modelos urbanos perfectos.

Esta aspiración no es históricamente nueva. Se trata de una renovación de una tradición por el master planning de nueva planta, heredera o resucitadora de la tradición modernista del urbanismo (Le Corbusier y su Radiant City o el Plan Voisin para París, Brasilia, Chandigarh, etc.) basada en principios de control social, de segregación espacial y de planificación centralizada y de sobre-especificación. Se renueva una experiencia que, décadas después, ha resultado fracasada respecto a los objetivos que perseguía, revisitada ahora con una pátina tecnológica sobre la que se confía poder solventar las graves disfuncionalidades de la ciudad moderna.

La realidad ha demostrado que estas planificaciones racionalistas, a pesar de que en su momento podían tener perfecto sentido en base a las nuevas expectativas del conocimiento científico, han resultado desastrosas y muy alejadas de sus propias expectativas, revelándose sus efectos más perversos con el paso del tiempo. En este sentido, los cuatro proyectos de smart city mencionados anteriormente, reflejan cada uno de ellos y en su conjunto el utopismo contemporáneo, una mezcla de sostenibilidad urbana de laboratorio en medio del desierto (Masdar), una segregación espacial en torno a proyectos de alto standing descontextualizados de su realidad cercana (Lavasa) y una promesa de ubiquidad conectada (Songdo, PlanIT Valley). A su vez, estos proyectos contienen unas características comunes: un impulso privado a través de desarrolladores que impulsan el proyecto, la creación de áreas de excepción a la regulación gubernamental (en forma de permisos, rebajas fiscales, etc.) y una arquitectura organizativa formada por una red de empresas y consultoras internacionales. De esta manera, el diseño, planificación y construcción de ciudades enteras se ha convertido en un negocio global con altas promesas de rendimientos económicos, un negocio enfocado a las clases medias-altas de países en desarrollo (principalmente). Este modelo de urbanización es la plasmación espacial y la última realización de la ciudad liberal como ideología política de un mundo urbano.

La utopía urbanista de principios del siglo XXI representa un cambio frente al modelo de las nuevas ciudades y las grandes urbanizaciones de la segunda mitad del siglo XX (especialmente en la década de los 50 y 60). Si en la fase anterior, las nuevas urbanizaciones se dirigían a ofrecer vivienda asequible a las clases bajas a partir de una acción planificadora intensa por parte de las autoridades nacionales (y, según los países, con más o menos capacidad de intervención también por parte de las autoridades locales), hoy nos encontramos con que el modelo de construcción de nuevas ciudades altamente equipadas con las últimas tecnologías digitales y de sostenibilidad se dirige a las clases medias-altas y altas, e iniciadas y lideradas por consorcios financieros internacionales que buscan en los poderes públicos un rol puramente facilitador.

En relación a esta tipología de proyectos, sin duda la más espectacular por su despliegue inversor y sus destellos promocionales, lo más significativo que podemos afirmar es que, de manera sistemática se pueden considerar hoy, en 2015, como un fracaso práctico. En algunos casos como PlanIT Valley, aún sobreviven en forma de presentaciones, catálogos y tramitaciones municipales paralizadas, pero continúan alimentándose como “ejemplos” a seguir. En otros casos como Masdar o Songdo, tras años de prometer fabulosas transformaciones, a duras penas han conseguido levantar suficiente financiación para cubrir su construcción formal ni han conseguido hacer realidad su objetivo de llenarse de habitantes y actividad y, consecuentemente, de convertirse aunque sea mínimamente en algo parecido a una ciudad. Por otro lado, y más sintomáticamente, sus futuristas aplicaciones y sobre todo los rendimientos y beneficios que han prometido durante años están lejos de realizarse según los estudios en terrenos que han conseguido ir más allá de la mera repetición y reproducción de sus discursos promocionales.

* Manu Fernández. Investigador y consultor de políticas urbanas, durante su trayectoria profesional ha estado involucrado en proyectos relacionados con la sostenibilidad local y el análisis de las economías urbanas. Autor del blog Ciudades a Escala Humana, actualmente está realizando su tesis doctoral "La smart city como imaginario socio-tecnológico: la construcción de la utopía urbana digital".

Twitter: @manufernandez

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