Nora y Melania
La señora Trump ha sido relegada al silencio por su marido que ha preferido a su hija Ivanka
The silent partner la han llamado en The New York Times. La señora Trump. Melania Knavs, inmigrante eslovena. Esposa y madre. Modelo. Titulada en Arquitectura. Super nice. Con todas estas aparentes virtudes su marido ha decidido apartarla de su carrera presidencial. En la mejor tradición zulemo-menemnista, es la hijísima Ivanka quien ejerce de first lady to be.
Mujeres en silencio. Terceras y cuartas esposas de largas piernas: las trophy wives. En la categoría de la que el artista Maurizio Cattelan colgó de la pared —como si se tratara de un alce disecado— con la efigie de la modelo Stephanie Seymour, a la demanda de su rico esposo de que hiciera una obra de arte con su mujer.
Trump no le deja hablar a Melania. ¿Será por el acento esloveno, incompatible con su ardorosa cruzada contra la inmigración? ¿Porque para su tipo de votante todos los gatos son pardos? ¿Eslovenos, eslovaco, musulmán…todo ese embrollo qué es?
Otra mujer, lejos de ser silenciosa, ha recuperado la voz en el Festival de Cine de Nueva York. El periodista Jacob Bernstein ha compuesto un documental en homenaje a su madre, realeza de Hollywood, fallecida hace dos años. Con la voz de Nora. Con la de sus amigos Mike Nichols, Steven Spielberg o Tom Hanks. Con la de su exmarido, Carl Bernstein —el reportero del caso Watergate—, al que ella retrató sin piedad en Se acabó el pastel.
Nora Ephron, cuya fantasía sexual más loca era que ningún hombre se sintiera atraído por ella a causa de su intelecto. El caso de Melania. A la que no dejan hablar.
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