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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El futuro del laborismo

Corbyn debe comenzar a actuar como el líder de un partido con opciones de Gobierno y no como un militante de base

Jeremy Corbin, durante el congreso del Partido Laborista en Brighton
Jeremy Corbin, durante el congreso del Partido Laborista en BrightonTOBY MELVILLE (REUTERS)

La elección de Jeremy Corbyn como líder del laborismo británico —incontestable en la limpieza del proceso y en la movilización del voto juvenil— comienza a dibujarse como una seria amenaza para que el histórico partido sea una alternativa real a los conservadores.

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Algunas de las iniciativas del nuevo líder abren flancos que pueden acabar convirtiéndose en cesiones de terreno a los conservadores. Es cierto, como reclaman sus seguidores, que la política es algo más que ganar elecciones, pero Corbyn dirige ahora un partido imprescindible en Gran Bretaña, y eso le obliga a estar por encima de propuestas más propias de un activista de base que de un aspirante a ocupar el número 10 de Downing Street.

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La intervención de Corbyn en el congreso del partido, aunque suavizó alguna de sus posiciones previas, sembró dudas. La afirmación de que nunca utilizará las armas nucleares puede ser personalmente comprensible en un probado pacifista, pero Corbyn olvida que ese arsenal forma parte de la estrategia defensiva del país, algo que debe tener en cuenta el responsable de la seguridad de los británicos. Sus compañeros de partido que sí aspiran seriamente a que el laborismo gobierne criticaron la idea. El leve euroescepticismo de Corbyn —cuando el laborismo siempre ha defendido el proyecto europeo— o su oposición a actuar en Siria tampoco alegraron el día a algunos parlamentarios. En el flanco opuesto, los jóvenes que le auparon con entusiasmo no apreciarán ahora la revisión de la propuesta de rebajar radicalmente las tasas universitarias.

El Partido Laborista tendrá su primera prueba en las urnas en mayo del año próximo. Aunque el plazo es demasiado breve y sean elecciones locales, será un buen momento para averiguar si lo que se presenta como una opción refrescante está en sintonía con los electores o si el nuevo rumbo convierte al laborismo en una opción poco creíble de Gobierno.

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