Ricos y famosos
Gérard Depardieu ha decidido sacudirse el polvo de las zapatillas y vender hasta su último château en territorio francés
Olvídese de Saint-Tropez, Mónaco y Saint Barts. De Carla Bruni y de Catherine Deneuve. Si entre sus sueños más inconfesables está vivir entre ricos y famosos, lo que necesita es una casita en Néchin. ¿Qué no le suena de nada? Claro, cómo le va a sonar. ¿Acaso es usted un actor con castillos, viñedos y restaurantes entre sus propiedades? ¿Su familia es la afortunada poseedora de varias cadenas de supermercados? ¿Está en la lista de espera para hacerse con el abultado patrimonio familiar cuando alguno de sus progenitores estire la pata? Pues entonces, a usted no le puede sonar.
Néchin es un discreto pueblecito belga con panadería y poco más, pero que, como las feas, cuya suerte las guapas la desean, tiene su aquel. Como, por ejemplo, estar a tan solo un kilómetro de la frontera francesa aunque bajo el régimen fiscal belga, que te cruje si pagas IRPF, pero que pasa de puntillas por patrimonio, plusvalía y sucesiones. Por eso, su calle principal tiene más billonarios por metro cuadrado que la avenida Foch. Quizás su más celebre habitante rico y famoso sea Gérard Depardieu, quien cual Obélix resistente a la política del centurión Hollande, ha decidido sacudirse el polvo de las zapatillas y vender hasta su último château en territorio francés. Mientras, sus queridos ex compatriotas cumplen y pagan, él proclama, cual folclórica insolidaria, que los franceses le quieren malgré tout. Gérard, te lo digo sin acritud: el amor del público es volátil, pero más vale ser pobre en la Rive Gauche que el rico más famoso de Néchin.
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