Ponerse en la piel del otro
Después de la II Guerra Mundial, la enorme convulsión que sufrió Europa favoreció la aparición de fórmulas de gobierno basadas en la socialdemocracia y el bienestar que abogaban por la salvaguarda de los derechos y las libertades humanas, anteponiendo la integridad del ser humano a cualquier otra cosa.
Setenta años después de un conflicto que generó cientos de miles de refugiados europeos, la guerra civil Siria, la barbarie del Estado Islámico y la miseria más absoluta empujan a otros cientos de miles de personas a buscar cobijo en el continente que, según el actual presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, “es la Europa de las libertades y del asilo político”.
Europa, por su situación geográfica, hace que la emigración, procedente sobre todo de África y Asia occidental, sea una circunstancia inevitable que la intolerancia y la crisis económica han convertido en un problema. Levantar muros y vallas, negar asistencia sanitaria o desplazarlos no soluciona el problema, sólo lo cambia de lugar y demuestra la fragilidad de la memoria y lo difícil que es ponerse en la piel del otro.— Jesús Alberto Mesas Núñez.