_
_
_
_
Porque lo digo yo
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¡Ay qué rabia!

Hace no mucho coincidí en un show de televisión con un monologuista que, por decirlo de una forma fina "no me entra por el ojo"

Hace no mucho coincidí en un show de televisión con un monologuista que, por decirlo de una forma fina "no me entra por el ojo". Da la sensación de que todo lo tiene ensayadísimo y que en tal minuto se va a atusar el pelo o que en cual minuto se va a encoger de hombros. Además va de provocador, pero los temas que toca están manidísimos: ¿Por qué las chicas van juntas al baño? o ¿Por qué Espinete se ponía un camisón para dormir cuando el resto del tiempo iba desnudo? o ¿Por qué las comidas en los aviones son así o asá? ¡Y encima llena los teatros! ¡Ay qué rabia! El caso es que cuando sale en alguna conversación, lo pongo a caer de un burro, y cuando la conversación transcurre por otros derroteros, lo saco a colación y aprovecho para ponerlo a caer de un burro.

Joaquín Reyes en el programa 'El club de la comedia'.
Joaquín Reyes en el programa 'El club de la comedia'.

El otro día en el programa de televisión en cuestión, lo saludé fríamente y le di la espalda. Lo dejé hablando con mi cogote. ¡Qué me aspen si no fui descortés con ese idiota! Le mostré toda mi indiferencia, descargué sobre él toneladas de indiferencia y de hostilidad. Y muy bien, todo transcurría con normalidad en la grabación. Pero en uno de los descansos, estando yo paseando por un lateral del plató ocurrió una cosa que me dejó estupefacto: Oí cómo hablaba de mí con un técnico de luces. Pero lejos de hablar mal, lo que tuve que soportar escondido como una alimaña fue cómo ese desgraciado hablaba de mí con admiración, fervor y respeto. O sea, yo poniéndole a parir y él poniéndome por las nubes… ¡joder que rabia!

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_