La derecha es lo que es
Rajoy tendrá que lidiar con los que tiran hacia ese centro que ocupan y los que lo hacen hacia la derecha en la que se han establecido.


Ha empezado la Liga, vuelven —si alguna vez se fueron— los programas televisivos de vidas ajenas y, en breve, los fascículos inundarán los quioscos. Isabel Pantoja ha reingresado en prisión y, así, todos los opios del pueblo retornan a su auge. Pero la política seguirá siendo uno de los tema de conversación en bares, cenas caseras y tertulias, en ocasiones, poco rigurosas pero con mucha audiencia. Tampoco funcionará el pan y toros, pese a polémicas puntuales y cornadas truculentas, para despistarnos en lo importante que este otoño nos depara.
Mariano Rajoy dio ayer por iniciado el curso político y se enfrenta a unos meses en los que se hablará de él. De sus propuestas o de la falta de ellas. Y de los suyos, que siguen dividiéndose entre los que son lo que son y lo que quieren no parecerlo. La derecha es lo que es, por mucho que sorprenda la adopción de medidas que sólo plasman sus principios reformistas y liberales. Después están las excepciones, como la de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, dando una aparente vuelta de tuerca y sorprendiendo con el anuncio de una sanidad medio universal para los inmigrantes —para lo pobres e irregulares, claro— que ya había sido propuesta por los suyos. Pero lo que haga Cifuentes, habitualmente, se percibe como la acción de un verso suelto, la decisión del estandarte del “sector” progresista del Partido Popular, los alejados de los aznares y aguirres, y eso hace olvidar que fue su mismo partido el que en 2012 inició la exclusión sanitaria de los sin papeles (de los pobres, claro). Pero la derecha es lo que es y, así, se olvida de otro de sus valores estatutarios, el humanismo cristiano, sobre todo, cuando no se trata de su vecino. O se aferra a él cuando defiende, por ejemplo, una reforma del aborto con disidencias.
Rajoy tendrá que lidiar con los que tiran hacia ese centro que ocupan y los que lo hacen hacia la derecha en la que se han establecido. Lo tendrá que hacer aunque no quiera que se note. Porque no puede prescindir de nadie. Tampoco de la derecha que es lo que es.
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