Este país no lo arregla nadie
Cuenta mi hija, que el año pasado estuvo en Tokio, que una noche al volver al hotel, delante de la puerta de entrada habían abierto una zanja kilométrica en la que trabajaban un buen número de personas con unas máquinas colosales. “Vaya” pensó, “vamos a tener zanja para rato”. “¡Qué mala suerte!”. Al día siguiente, al bajar a la calle vio, no sin sorpresa, que no había ni rastro de máquinas, ni de gente trabajando, ni de que allí hubiera habido, unas horas antes, una enorme zanja.
Hoy hace mes y medio que al lado de mi casa, en Yecla, abrieron una zanja en la calle de aproximadamente unos 50 metros. Después de muchas peripecias como, por ejemplo, reventar una tubería de gas ciudad y tener que desalojar a un buen número de vecinos, la zanja sigue abierta. Y da igual a quien votemos, este país no lo cambia nadie.— Pedro Muñoz Menor.
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