He aquí Cecilia
Cuando la gracia del eccehomo parecía agotada, se anuncia el estreno de una ópera inspirada en su historia y se proyecta en Borja un centro para su interpretación
Este mes de enero, la periodista María Ángeles Martínez me llevó a conocer a Cecilia Giménez a su casa de Borja. Estaba en el saloncito de la tele, al lado de su hijo José Antonio, que vive en una silla de ruedas. Nació con una lesión cerebral irreversible y cuidar de él es el centro de sus días. A la vida de Cecilia le sobran varias tragedias. Su otro hijo, Jesusín, murió a los 20 años de una rara enfermedad muscular. Luego enviudó. Por si fuera poco, ella pertenece a una generación muy particular de españoles, esa que, al ir a la escuela, vio cómo su país era destrozado por la guerra.
Hace tres veranos, Cecilia creía que, a sus 81 años, ya no le podía pasar nada más. Entonces, le sobrevino algo para lo que es imposible estar preparado. Ella, una sencilla anciana aragonesa, explotó como un fenómeno planetario por una razón delirante. Su retoque del eccehomo había desatado el ataque de risa global más estruendoso de todos los tiempos. Cecilia se hundió y no paraba de llorar. Borja se sintió muy extraña. El suceso desafiaba el sentido del ridículo de los borjanos y la capacidad de reírse de sí mismos. Pero, encajado el primer golpe, se imponía una reacción a la altura. Muchos pueblos inventaban milagros para atraer turistas y ellos se habían tropezado con un milagro perfecto.
Esa tarde en su casa, Cecilia me pareció una dulzura, una mujer que ha renunciado a comprender lo incomprensible y mantiene una mirada cándida sobre las cosas, incluida esta cosa incapaz de hacer de ella otra persona. Le duele que alguien piense que se ha hecho rica y aún desliza este lamento: “Pero si lo que pasó es que no me dejaron terminar el arreglo”.
Ahora, cuando la gracia parecía agotada, se anuncia en Colorado, Estados Unidos, el estreno de una ópera inspirada en su historia, He aquí el hombre. Mientras, en Borja se proyecta un centro de interpretación del eccehomo. He aquí ese Aragón surrealista y genial que nunca falla. Luis Buñuel sabía muy bien dónde nacía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.