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CLAVES
Columna
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Gestos para la eternidad

Al parecer, en Hollywood se está preparando una contraofensiva para quitarle protagonismo a Artur Mas

Jorge M. Reverte

La eternidad se gasta cuando se hace un uso excesivo de ella. Quien comete ese pecado de principiante se ve expuesto a graves peligros como, por ejemplo, tener que trabajar, como Sísifo si hubiera estado en la política, haciendo a los electores nuevas propuestas cada vez más grandiosas.

Quizá el signo de los tiempos sea ese. Estamos acostumbrados ya a que en temporada alta del fútbol cada mes haya un partido histórico y asumimos con tranquilidad que nos anuncien que la semana que viene, por ejemplo, alguna cadena emita en directo el partido Barça-Madrid del siglo.

Ahora, Artur Mas ha dado un paso adelante en su carrera hacia la eternidad, con la firma de la convocatoria para el 27-S, en el Palau de la Generalitat. La puesta en escena la habrá envidiado desde el más allá el mismísimo Samuel Bronston, porque hay que ser muy bueno para conseguir que las piedras del palacio parezcan de cartón, y que los consejeros, sobre todo Homs, parezcan traidores de película del KGB cuando todos sabemos que en una cinta de espías él sería el que moriría con el nombre de su jefe en los labios. Y el propio prota, metido en una película medieval, emulando a Charlton Heston en El Cid, que nadie ignora que era castellano, y por tanto un ladrón de recaudaciones fiscales.

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Al parecer, pero no está confirmado, en Hollywood se está preparando una contraofensiva para quitarle protagonismo a Artur Mas. Porque el mejor guion, la mejor de las historias que se está cociendo en los sótanos de la Generalitat es la del propio Mas con un motivo central, que es la trama por la cual un presidente muy modesto combatió la idea de hacer su santo, San Artur, la onomástica de todos los días en el santoral catalán. Ese personaje de ficción haría que la onomástica se compartiera cada día con otra más. Por ejemplo, San Artur y Santa Águeda el mismo día, y así los 365.

Yo creo que Europa necesita gente así. Y de Europa nadie nos va a sacar a los catalanes (yo para eso me sumo). Pero ya estamos cerca del punto de saturación. No gastemos la eternidad.

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