¿Qué es hoy lo auténtico?

FOTO: Jordi Socías / El País

El director del Museo del diseño de Londres, Deyan Sudjic opina que hoy lo auténtico es una combinación de sinceridad y autoridad.

Para William Morris lo fueron las formas menos drásticas de restauración. “En lugar de hacer que los edificios nuevos parezcan viejos menoscabando así la importancia de lo auténticamente antiguo”. Es decir, Morris atacó la confusión entre restauración y cirugía plástica y dijo sí a la curación y no a la falsificación. Utilizó una lógica que, partiendo de tratar de pertenecer a la época en que se construye materialmente, invita a no querer parecer nuevo si eres viejo ni viejo si eres nuevo.

En la voz Auténtico que abre su recomendable diccionario biográfico B de Bauhaus (Turner 2015), Sudjic le da vueltas a lo auténtico. Y apunta algunas de las ideas en torno lo que puede ser hoy. La económica ofrece una de las claves: “Lo auténtico nos hace sentir seguros sobre el precio”.

Otra paradoja de la autenticidad se da en la arquitectura. Cuando un arquitecto consigue que las leyes de patrimonio protejan sus diseños de posteriores alteraciones, él mismo entra en ese círculo que les obliga a pedir permiso antes de ampliar o transformar una obra suya catalogada y protegida. Sudjic explica que eso ha pasado a Norman Foster y a Richard Rogers, por ejemplo.

Para solucionar este tipo de problemas, la Fundación Warhol –creada por los albaceas del artista tras su muerte- contaba con un comité de autentificación que dictaminaba qué obras supuestamente de Warhol eran auténticas y cuáles suspendían el examen. “Las que suspendían se devolvían a sus suplicantes propietarios selladas con la fatídica palabra “DENEGADO”. “¿Era una manera de preservar el valor de los fondos de la Fundación limitándolos?”, pregunta Sudjic. Y cuenta que la Fundación abandonó ese papel autentificador cuando resultó demasiado caro defenderse de las demandas. “El crítico de arte Richard Dorment publicó un ataque muy duro contra la fundación en el New York Review of Books, en el que demostraba que el comité había autentificado obras que había rechazado con anterioridad”.

“Con la fabricación en serie la originalidad pierde peso ante lo que es o no falso. Lo auténtico no nace con el deseo de seducir ni complacer y buscarlo delata la antítesis de una actitud auténtica. La autenticidad para un diseñador es una cualidad que llega de intentar entender cómo el diseño comunica un sentido de la autenticidad para luego copiarlo”, dice Sudjic para concluir que, lejos del nuevo dinero enmascarado de otros tiempos (del que, por cierto está lleno Londres, donde él vive), puede que lo auténtico consista en algo tan difícil y sencillo a la vez como “diseñar lo que uno cree en lugar de parafrasear el trabajo de otros”. Solo algo así puede ser la medida de la auténtica autenticidad.