Cecil como trofeo

Cincuenta mil dólares le ha costado la bravuconada a este impresentable del que por fin conocemos su nombre, y también su indignidad. Cincuenta mil dólares que este ignorante ha gastado en un trofeo, en un capricho vergonzante. Cincuenta mil dólares que no necesitaba para vivir, sino para provocar la muerte.

¿Cómo se comportará en su vida diaria este tipo? ¿Lo hará con la misma arrogancia, desconsideración e ilegalidad con la que ha matado a Cecil? ¿Cómo será su personalidad? ¿Será un cobarde y acomplejado que necesita de estas tristes hazañas para poder sentirse un hombre realizado?

¿Por qué habrá gente incapaz de ganarse y gastarse el dinero con honestidad y decencia? ¿Por qué habrá gente tan básica, tan necia y sin un ápice de ética y sensibilidad?— Pedro Serrano.