Pino Sagliocco, el hombre de la noche
Lo suyo son las mezclas imposibles. El promotor musical juntó a Montserrat Caballé y Freddy Mercury o unió en un festival rock, ópera y baile
En un mismo sábado Pino Sagliocco viaja a Andorra, donde organiza el concierto de su amigo Elton John, y luego toma un helicóptero para llegar a Barcelona. Allí han estado este fin de semana David Guetta y otro puñado de über-djs pinchando en la playa en el Barcelona Beach Festival. Mientras, procura tener contento a Lenny Kravitz, que le espera la misma noche en Gijón. ¿Nervios? Pocos. “Al final todo sale”.
Sagliocco, italiano nacido a la vera de Nápoles, es un promotor musical a la antigua usanza, de los que solucionaban las cosas con una llamada al artista y no necesitaban más título en sus tarjetas de visita que su nombre de pila. Cuando cumplió 50, hace unos seis años, sus amigos le editaron un mastodóntico libro-homenaje. Debe pesar unos 10 kilos y hojearlo es como hacer un repaso a la España de las cuatro últimas décadas a través de sus espectáculos masivos. Ahí está Sagliocco con Mick Jagger y Felipe González en la Moncloa –“fue muy entrañable juntar a los dos morritos. Felipe le enseñó sus bonsáis”–, con Frank Sinatra en el concierto que dio 15 días antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona, posando con su amigo Michael Jackson -con el que estuvo muchas veces en Neverland-, y Freddy Mercury dando la mano al rey Juan Carlos. Nureyev, Madonna, Camarón, Arantxa Sánchez-Vicario con cinta en la frente. Todo mezclado y agitado.
Ahora el promotor, que opera desde el gigante Live Nation desde 2006, anda empeñado en demostrar que los festivales también pueden ser mainstream. Además del BBF, organiza en la playa que queda entre Barcelona y la localidad de Sant Adrià el Hard Rock Rising, en el que juntará los próximos días 24 y 25 a Kings of Leon y Robbie Williams con estrellas del EDM (Electronic Dance Music) como Avicii o Steve Angelo. ¿Cómo va a interesarle a un fan de Vetusta Morla, que también tocan, ver a Lenny Kravitz o Steve Angelo? “¿Por qué no? La gente se mueve mucho por tribus y eso es una cosa muy triste. Hay que estar abierto a lo nuevo”.
Llevó a Madonna al Prado y compró juguetes con Jackson
Lo suyo han sido siempre las mezclas imposibles. Él tuvo la idea de juntar a Montserrat Caballé y Freddy Mercury. “Nadie me creía y nadie me da crédito. Podría escribir cinco libros sobre aquello”, dice. Resumiendo: Sagliocco tenía a Queen tocando en Madrid un 3 de agosto y temía pinchar. Convenció al cantante para que diera una de sus escasísimas entrevistas a Informe Semanal. “Hicimos sold out, la gente salía de todas partes, como gremlins”. Meses después, en octubre, estando en casa “con Quimi y Manolo [de El Último de la Fila]”, se le ocurre ponerse el vídeo de aquella entrevista y oye a Mercury expresar su admiración por la soprano. “Saco el vídeo y ¡pam! aparece en pantalla Montserrat Caballé saltando con Samaranch, Serra y Maragall por la candidatura olímpica. Fue una señal”. La extraña pareja estrenó la canción en Ibiza en 1987 y la repitió en 1988, en La Nit, otro evento orquestado por el promotor “en el que junté el rock, la ópera y el baile”. 100.000 personas ante las fuentes de Montjuïc de Barcelona viendo a Jerry Lee Lewis, Rudolf Nureyev, Spandau Ballet, Serrat y Camarón de la Isla. “Aquí nadie lo entendió pero en Nueva York me dieron una medalla de oro al mejor programa de televisión y desde entonces no me encuentro a nadie que no me diga que estuvo allí”, asegura.
De aquellos tiempos, Sagliocco, que se define como “gestor de egos”, echa de menos la inmediatez. Cuando todo se organizaba con un télex, uno se iba el viernes de la oficina y no volvía hasta el domingo y las estrellas tenían un solo mánager que mandaba mucho y no 200 nombres copiados a un correo electrónico, cada uno con su opinión correspondiente. Entonces, también, se llevaba a Madonna al Museo del Prado, a “Michael” [Jackson] a comprar juguetes a una tienda de Barcelona y tomaba copas con “Freddy” [Mercury] en el bar Otto Zutz. No le gusta enredarse en nostalgias, pero cree que falta renovación generacional entre las superestrellas. “Ahora mismo, ¿quién te llena un estadio? Los de siempre: AC/DC, U2, Springsteen. De los últimos años sólo veo ahí a Coldplay”. Opina que las estrellas del EDM han ocupado ese hueco. “Son igual de difíciles de tratar que las estrellas del rock pero para ellos todo es más rentable. En lugar de viajar con ciento y pico personas como Madonna, vienen ellos con un pen drive y un amigo en su avión privado”.
Antes de saber leer el gusto masivo, él también fue alternativo, dice. “Yo era el más moderno. En la época de los New Romantics, pensé que los grandes artistas tenían que venir a España, no sólo las grandes glorias. Traje al Rockola de Madrid y al Studio 54 de Barcelona a Nina Hagen, Sade, Spandau Ballet, Duran Duran, Soft Cell, Culture Club…”. Todo cambiaría en 1986, a raíz de su relación con Queen.
¿Le gustaría que sus festivales, el Hard Rock y el Rock in Río -que también organizó-, recibieran tanto respeto y atención mediática como el Sónar, el FIB o el Primavera Sound? “Toda la vida el mainstream se ha demonizado, como si fuera comercial. Los periodistas creen que no tienen que hablar de estas cosas, sólo prescribir música minoritaria. Lo respeto pero no se puede penalizar al público. La música es emoción y las emociones no tienen fecha de caducidad”.
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