Triste despedida
Otra vez más el cainismo español entra en escena. El fútbol, ejemplo en el que se miran tantos jóvenes, vuelve a menospreciar los valores del esfuerzo y el mérito profesional representados por un muchacho de Móstoles que, sin ser galáctico, ha llegado a ser el futbolista español más grande de todos los tiempos. Un mal ejemplo para el reconocimiento profesional, una gran injusticia y una oportunidad única perdida de valorar a un profesional modélico. ¡Qué pena! Grande, Iker.— Antonio Francisco Martín Fernández.
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