_
_
_
_
Tentaciones
_
mundo friki

Tengo 30 años y fui a un concierto de Abraham Mateo

Soy adulta, asidua a festivales, coleccionista de discos. Y también soy 'abrahamer'

Hay cosas que empiezan con tu sobrina pidiéndote un favor. Y terminan en un concierto de Abraham Mateo.

Niñas locas, niñas no tan niñas aún más locas... Casi todas acompañadas por madres más enloquecidas todavía. Una de las grandes verdades de la humanidad es que todo el mundo sabe que la madre de un fan es peor que el fan en sí, porque claro, su niña no se puede quedar sin esa foto, ese mechón de pelo o ese chicle que nuestro ídolo acaba de tirar al suelo.

Madrid. 30 de Julio. 40 º. Cada uno me coge de una mano mientras nos derretimos cruzando la plaza que nos lleva al Barclays Center de Madrid. No hay sillas, así que hay que coger al pequeño que solo tiene siete años y, claro, no ve, salvo en las pantallas y de puntillas. Un factor que dificulta la ingesta de cerveza que tenía en mente para poder unirme al enemigo y ser una más. Hasta tal punto que consigues que las niñas te miren y piensen: ¿no eres demasiado mayor para compórtate así?”. No me habéis visto en el Sónar, queridas…

Después de una cuenta atrás acompañada de gritos, aplausos, padres mirando el móvil intentando que todo pase rápido y madres zarandeando a sus niñas para que vean mejor, comienza el espectáculo.

Oye, pues esto tiene ritmo. Pienso. Sus bases chunda chunda logran que quieras cantar y bailar “hoy vas a ser mi girlfriend” a cualquier edad. Total, a nosotros nos lo cantaba Jet hace años en Are you gonna be my girl.

Abraham es cercano, educado y hasta entrañable. Es lo que tiene llamar a las chicas señorita. Además, consu spanglish enseña idiomas a la audiencia, e incluso da a conocer a John Lennon en uno de sus temas. Otros ni siquiera hacen eso. Un punto a su favor.

De todo se aprende: Abrahamers. Un concepto nuevo. Hacia tiempo que no me decían algo tan bonito acompañado de un movimiento de cadera y una coreografía bien fluída. Como si de Val Kilmer en Top Secret se tratase, Abraham y su gorra se contonean para la satisfacción de un público enloquecido y ya con principio de afonía. Ay, así lo hacían los Backstreet Boys hace años, cuando una era pequeña (no tanto como mis acompañantes). Ellas bailan como nosotros bailamos con Roman Flugel. Y Abraham sigue contoneándose como Jamal Lyon en Empire. Y sube a niñas al escenario como si se fuese a hacer un Magic Mike. Y dice cosas como “me gusta cómo eres recién levantada”. ¿Perdona? Este niño está creciendo muy deprisa.

La música sigue sonando y las caderas se te van, como en aquella canción lenta que bailabas en la disco light del baile de fin de curso de BUP. Porque no lo olvidemos, todos hemos sido pequeños, hemos bailado pachanga y hemos tenido un Abraham en nuestra vida.

"Hacia tiempo que no me decían algo tan bonito acompañado de un movimiento de cadera y una coreografía bien fluída."

Los más pequeños se quedan atontados, haciendo playback, inmóviles. Las mayores ya llevan pancartas y se insinúan un poco más, deseando que el de San Fernando les diga mamasita, mi garita, pretty lady, mi ragazza, mademoiselle, señorita… Todo dentro de una misma canción. En cuanto a la voz... bueno, es lo que tiene el sonido en madrid. Total, The Strokes tampocon sonaron bien en la última edición del Primavera Sound.

Conclusión: ser una abrahamers tampoco está tan mal.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_