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La historia en lugar de la vida

La estatua del fundador de la policía secreta se impone a reformas de la sanidad y la educación

Pilar Bonet

El férreo Félix,la estatua de Félix Dzherzhinski, el fundador de la policía secreta soviética (la Cheka), podría volver a la plaza de la Lubianka de Moscú, de donde fue derribado el 22 de agosto de 1991 por los manifestantes que protestaban contra el intento de golpe de Estado de un grupo de altos funcionarios de la URSS.

El monumento a Dzherzhinski se alza hoy en el Muzeon, un singular parque, donde le acompañan las estatuas desechadas de los estadistas de la URSS, entre ellos variaciones de Lenin y de Breznev y un expresivo Stalin.

El “retorno” de Félix frente a su casa madre (la sede del KGB) y el “desalojo” de la momia de Lenin del mausoleo de la Plaza Roja se plantean de forma recurrente, pero ninguno de estos dos traslados llega a consumarse, tal vez porque la polémica tiene un fin en sí misma. Félix puede desviar parte de la atención de los moscovitas que, de otro modo, despotrican sobre la carestía de la vida, el deterioro del servicio sanitario, la futura subida de la edad de jubilación o —entre los ilustrados críticos— la escalada de la censura, como la que afecta a la página web de la sociedad de consumidores por avisar a los turistas rusos de los riesgos de viajar a Crimea transgrediendo la soberanía de Ucrania y el derecho internacional.

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Si Félix vuelve, será porque la sociedad así lo quiere y porque el partido del Gobierno, Rusia Unida, lo ha posibilitado, ya que fue con los votos de esta formación que la representación municipal del Partido Comunista en Moscú logró permiso para celebrar un referéndum municipal, si recoge más de 145.000 firmas apoyando su celebración. No hay problema para que los moscovitas, que tienen menos hospitales y están peor atendidos que en el pasado, puedan expresarse a favor o en contra de un “personaje histórico”. Pero los otros dos referendos que pedían los comunistas, uno sobre la reforma de la sanidad y otro sobre el sistema educativo, no fueron autorizados.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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