Todo lo que aprendí comprando lencería a mi chica en unos grandes almacenes
Un hombre comprando ropa delicada para su pareja puede dar para una saga literaria. Nosotros lo probamos y contamos la aventura
Entre las muchas pruebas de fuego que debe afrontar el hombre contemporáneo está la de comprar lencería para su amada. Un duro desafío que, superado con éxito, te da un buen montón de puntos como hombre atrevido e interesante.
Según un estudio del portal de venta online alemán ciao.es, el 64% de los hombres adquiere personalmente lencería sexy para su pareja, mientras que el 36% restante, por timidez o comodidad, opta por Internet. Dando por hecho que estás entre los valientes, vamos a buscar un modelo que resulte tan sugerente y excitante tanto para ti como para ella.
Adentrémonos, pues, en el inhóspito territorio de la ropa interior femenina. Ahí, entre solícitos dependientes y esculturales maniquíes, cazaremos las piezas más sexys y, ya de paso, aprenderemos unas cuantas cosas.
Mejor que comprar lo más caro es tener empatía con la chica y escoger algo que le quede bien y potencie lo mejor de su cuerpo"
Fiebre por las tiendas 'sexies'
Hasta no hace mucho, para comprar lencería sólo podías ir a la mercería del barrio o al centro comercial de turno. Hoy, las opciones se han multiplicado, y van desde la sección de ropa interior de H&M hasta boutiques de lujo como Victoria’s Secret o La Perla. La revolución de la moda íntima ha llegado a tal punto que El Corte Inglés ha abierto tiendas Lingerie y corners de Agent Provocateur, marca inglesa bastante más atrevida de lo normal. Además, en los últimos tiempos han aparecido boutiques eróticas, como Harmony o Egolalá, especializadas en lencería sexy pero elegante, sin el punto chabacano inherente al material de sex shop.
Oli Acosta, responsable de la boutique erótica madrileña La Juguetería nos cuenta que trabaja con “prendas exclusivamente pensadas para momentos de seducción, pero al mismo tiempo exquisitas”. En este tipo de establecimientos despachan novísimas marcas, como Cordel, Maison Close o la de la diseñadora alemana Petra dos Santos, que cose a mano sus corsés de cuero. Auténticos objetos de deseo que tu chica sabrá apreciar.
El cliente siempre tiene la razón
Los hombres cada vez tienen menos reparos a la hora de comprar lencería femenina. Atrás quedan los tiempos en los que el varón ibérico perdía los papeles cuando tenía que adquirir una prenda íntima femenina. Jorge, dependiente de El Corte Inglés, traza el perfil de comprador: “La mayoría de los clientes piden consejo, pero como lo hacen con cualquier otro artículo. De vez en cuando aparece alguno un poco más cortado, y ahí es donde nosotros debemos tener más tacto”.
Las boutiques eróticas facilitan la búsqueda, porque una vez que te decides a entrar, todo va sobre ruedas. Oli Acosta lo explica: “En La Juguetería los hombres compran con total naturalidad, tanto el chico de 20 años que se lleva un regalo para su novia como el cliente maduro”. Ayuda una decoración sugerente y un catálogo especializado: “No tenemos braguitas sport, solo lencería enfocada al juego íntimo”. Además, siempre es interesante recibir una opinión femenina, puesto que, al fin y al cabo, son las mujeres las que mejor conocen los entresijos de estas prendas.
El cliente medio suele optar por un conjunto, un 'baby doll' o un 'negligee', de entre 45 y 70 euros”
Cada mujer es un mundo
Mientras que el ámbito de la ropa interior masculina es muy limitado y se reduce a la elección entre boxer o slip (y, en el terreno erótico, tanga o suspensorio), la lencería femenina es toda una galaxia de texturas, formas, colores, terminaciones, telas y detalles. Así lo advierte Oli Acosta: “Antes había solo prendas sport y lencería fina, mientras que ahora hay para todos los tipos de mujer: más andróginas, más clásicas… incluso hay conjuntos que te ofrecen tres tipos de braguita para el mismo sujetador”.
Estas nuevas creaciones atienden más a las necesidades femeninas que a los caprichos masculinos. Kerry O’Brien, diseñadora de la firma de lencería Commando, asegura: “No pienso en seducir a los hombres cuando diseño un nuevo modelo, sino en lo que las mujeres quieren llevar, por eso creo piezas que abrazan su cuerpo y las hacen sentir poderosas y sensuales”.
Del tanga a la braga de abuela
Un reciente artículo publicado en The New York Times revela que, después de tres lustros en alza, la venta de tangas ha caído un 7% el año pasado, en beneficio de los modelos maxi. Erica Russo, directora de la sección de lencería de los grandes almacenes americanos Bloomingdale’s, cree que “ahora las mujeres se sienten más cómodas y atractivas con culottes, bragas de talle alto y modelos holgados”.
Después de tres lustros en alza, la venta de tangas ha caído un 7% el año pasado, en beneficio de los modelos maxi
Las granny panties o bragas de abuela se han vuelto a poner de moda, reinventadas por marcas nuevas e irreverentes como It’s Me & You, que adorna sus modelos con encajes, plumetis y la palabra feminist. Famosas como Rihanna, Chloë Sevigny, Kim Kardashian o Miranda Kerr ya apuestan sin paliativos por esta nueva ola de lencería XL. Oli Acosta nos explica la tendencia: “Muchas mujeres siguen usando tangas como prenda cotidiana, pero para lucir en la intimidad optan por la braguita, el culotte o incluso el body”. ¿El motivo? Para llevar un tanga hay que tener un cuerpo de top model, mientras que las otras prendas se adaptan a cualquier tipo de anatomía.
El verdadero lujo es creer en lo que llevas puesto
Dos millones de dólares cuesta Fantasy Bra, de Victoria’s Secret, considerado el sujetador más caro del mundo; y en los mercadillos despachan sostenes a 90 céntimos. Entre ambos extremos, hay una amplia gama de ropa interior para todos los bolsillos. Marcos, ejecutivo de 36 años, confiesa: “A base de errores he aprendido que lo importante no es el precio, sino el detalle. Mejor que comprar lo más caro es tener empatía con la chica y escoger algo que le quede bien y potencie lo mejor de su cuerpo. El otro día compré a mi novia un conjunto de Sardá por 100 euros y se quedó encantada”.
Por su parte, Oli Acosta cree que la virtud está en el justo medio: “En la Juguetería tenemos desde corsés de 700 euros a braguitas de 15. Pero el cliente medio, que tiene alrededor de 30 años y busca un regalo para una ocasión especial, suele optar por un conjunto, un baby doll o un negligee, de entre 45 y 70 euros”.
Vuelven las pin-ups
La talla es algo fundamental para acertar con la elección de la prenda. Marcos cuenta su experiencia: “Si aprieta mucho, ella estará incómoda, y si le queda grande, se sentirá un poco gordita. Para acertar, yo cotilleo su cajón de ropa interior y anoto su talla. No hay otra manera”. Por muy rellenita que esté tu novia, en la actualidad existen muchas marcas, como Couchel, Lane Bryant o La Redoute, que facturan lencería fina y sexy para mujeres de talla grande. Oli Acosta, apunta: “No sólo se trata del tamaño, sino de encajar bien en un cuerpo diferente. Por otro lado, cada vez hay más lencería pin-up, alta de cintura y con ligueros también altos. Son cosas que sientan bien a cualquier cuerpo”.
La importancia de los colores
Jorge, dependiente de El Corte Inglés, explica: “Los colores que más piden las mujeres son el rojo, el blanco y, sobre todo, el negro, que es siempre una apuesta sobre seguro. Por lo demás, prefieren texturas lisas, encajes, transparencias, raso y satén”. Además de los tres colores básicos, los especialistas consultados se atreven a apostar: a las rubias les pega más el celeste, a las morenas el rosado y a las pelirrojas, el verde. Existe también una ley no escrita que dice que jamás regalarás una prenda interior de color carne. Sin embargo, las últimas tendencias han roto tabúes, desencadenado toda una explosión de color. Oli Acosta lo confirma: “Los modelos vintage vienen en tonos más pastel, como gris perla, hueso, melocotón, rosa palo, berenjena, fucsia con encaje negro… Y las chicas más jovencitas, incluso piden colores flúor”.
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