¿Puede el mobiliario urbano descontaminar nuestras ciudades?
Según un estudio de la publicación británica British Medical Journal, las personas que van a trabajar en transporte público o en bicicleta pesan alrededor de 2'5 kilos menos que las que se desplazan en transporte privado. Los beneficios de la bicicleta para la salud son bien conocidos por países como Francia, que ha conseguido fomentar el uso de la bicicleta pagando 0'25€ por kilómetro recorrido a los empleados de distintas empresas. Sin embargo, en las ciudades españolas, el transporte privado sigue ganando cuota al tren, al metro o los autobuses.
Como ya es sabido, el uso de transporte privado no solamente nos mantiene inactivos sino que, además, perjudica la calidad del aire que respiramos, repercutiendo gravemente a nuestra salud y encareciendo nuestro sistema sanitario. España ha superado en los cinco últimos años techos de emisión de contaminantes como los de dióxido de azufre, compuestos orgánicos volátiles (COV), amoniaco o los dióxidos de nitrógeno. Y a pesar de que los problemas de salud pública por contaminación no solamente se derivan del transporte, sino también de la agricultura o la industria, los gases contaminantes más habituales en las ciudades son los óxidos de nitrógeno, provenientes de las emisiones de tráfico.
Para paliar los problemas atmosféricos, en 2013 la Fundación Cartif de Valladolid empezó a trabajar en un proyecto que ya había sido aplicado en otros países como Italia o Japón. Se trataba de utilizar pavimento asfáltico con dióxido de titanio (TiO2) para reducir los niveles de contaminación de las ciudades. Con este tipo de asfalto, y gracias a la luz y al oxígeno presentes de forma natural en nuestro medio, los contaminantes presentes en el aire de las ciudades se convertirían en una especie de sal, un polvo inocuo más pesado que el normal, que no se respira y más fácil de eliminar. Tres años después del revolucionario descubrimiento, esta reacción química conocida como fotocatálisis, se puede ya aplicar a infinidad de elementos del mobiliario urbano.
Ya sea con la pintura con la que se cubren edificios y fachadas, o a través del asfalto, nuestras aceras, semáforos y farolas podrían convertirse en fotocatalíticas y descontaminar nuestras ciudades de forma limpia y sostenible para siempre. Por supuesto, se trata de un material más costoso que los de uso habitual. Pero teniendo en cuenta el coste sanitario y climático de la contaminación, los expertos ya han mostrado su interés en el tema. Por ello, la Asociación Ibérica de la Fotocatálisis, formada por empresas productoras y organismos científicos como el CSIC, reúne hoy en Bilbao a varios especialistas en el tema en torno a la Jornada de Descontaminación y Autolimpieza en Nuestras Ciudades. La jornada, presenta ejemplos como el de las aplicaciones de mobiliario fotocatalítico en la ciudad de Valencia, la fotocatálisis en la rehabilitación de edificios o su empleo en los interiores de escuelas, casas o supermercados. Si te interesa el tema, puedes seguir todas las ponencias en Streaming a través de su canal de Youtube.
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