Año uno
Un año. 12 meses. 365 días. Un giro de la Tierra alrededor del Sol. Una mujer y un título. Decenas de actos y gestos con sus correspondientes, generosos, cientos de comentarios
Un año. 12 meses. 365 días. Un giro de la Tierra alrededor del Sol. Una mujer y un título. Decenas de actos y gestos con sus correspondientes, generosos, cientos de comentarios. ¿Qué creían? Aquí hay comentarios, para quien quiera y para quien no.
Un corte de pelo. Curioso. Un par de tijeras cercenando un matojo de cabello será lo que quede del año uno. Centenares de reuniones, de patronatos, de asociaciones, de horas de vuelo... y cuando le pregunten a alguien “¿Y qué hizo el primer año?”, dirán: “Cortarse el pelo”. Como ocurre siempre: antes que todo, una anécdota. Aunque también sea auténtica, sí. Con significado. Un tajo.
Una reina. Dos. Un solo acto juntas. Una especie de relevo, unas sonrisas, alguna miradita, una confidencia, forzada o no.
Una comunión. Un no-vestido blanco: un traje de corbata, falda y nervios. Unos zapatos transparentes. Una (y solo una) foto todos juntos.
Una cuñada. Ay, el cuñadismo, que a todos sacude. Un título que ya no. Un anillo olvidado, comprado con dinero apestoso. Un palacete. Una carta manuscrita. Un manchurrón que no se va ni con estropajo de níquel.
Un viaje de cooperación. Uno de Estado (dos, tristemente) a París. Mil vestidos (ahí: la anécdota). Una embajada ante Naciones Unidas. Una montaña de tareas: para unos visibles, para otros risibles. Unos premios de moda. Un vestido palabra de honor. Una tiara de diamantes acumulando polvo en un cajón hace un lustro. Mil dardos. Sonrisas y buena dicción de vuelta.
Un montón de preguntas. Más ganas de respuestas. Un misterio andante.
Un año. Año uno. ¿Qué traerá el dos?
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