Arnaud Montebourg, un político ‘made in France’
El exministro de Economía que generó la peor crisis del Gobierno de Hollande sigue brillando con luz propia
“Es guapo y se sabe guapo”, comenta una periodista que le conoce. Habla de Arnaud Montebourg, el enfant terrible de la política francesa, que casi 10 meses después de abandonar el Gobierno de François Hollande, sigue atrayendo la atención de los medios y lo mismo ocupa espacios en la prensa rosa que en la salmón. Celebró la salida del Ejecutivo exhibiéndose de vacaciones en California con su nueva novia, la también exministra Aurélie Filippetti, aguó la fiesta al Partido Socialista justo antes de su reciente congreso con un crítico artículo y ahora se alía con un exministro de Sarkozy para promover la etiqueta Made in France.
No era un ministro al uso, aunque en Francia siempre ha habido perfiles comparables. Jacques Lang, Bernard Kouchner o Simone Veil brillaron independientemente de sus tareas públicas. Arnaud Montebourg, a sus 53 años, está en ello. En diciembre de 2012, a los pocos meses de ocupar la cartera de Industria, posaba para la portada de la revista semanal de Le Parisien vestido de marinero. Promocionaba así productos franceses: camisa de Bérangère Claire, zapatos Caulaincourt, reloj Herbelin y una batidora Moulinex. El Made in France era ya entonces su apuesta.
Proteccionista económico, es contrario a la globalización (“crea parados en el norte y esclavos en el sur”, afirma) y radicalmente crítico con la política europea y con gobiernos que como ahora el suyo se doblegan, dice, a la austeridad impuesta por Berlín. Hay quien se pregunta cómo duró tanto tiempo en el Gobierno de Hollande, donde en marzo de 2014 pasó a la cartera de Economía. Hay que recordar, quizá, que ayudó a catapultar a Hollande hasta el poder gracias a su papel de árbitro en las primarias socialistas de 2011. De Montebourg ha dicho Bernard-Henri Levy: “Me gusta su verbo kouchneriano, agudo y precipitado. Me gustan su temperamento guasón y su desparpajo”.
El cóctel no estaría completo si no fuera porque Montebourg, siguiendo también una tradición muy francesa de la política, forma parejas sentimentales de postín. Divorciado de una aristócrata llamada Hortense de Labriffe, con la que tiene dos hijos, mantenía una relación con una conocida periodista, Audrey Pulvar, cuando fue nombrado ministro en mayo de 2012. Año y medio después, sin embargo, salía con la actriz Elsa Zylberstein. Fue una sorpresa, desvelada por Paris Match, verle de vacaciones en septiembre pasado, nada más abandonar el Gobierno de Hollande, con la exministra de Cultura Filippetti, que también acababa de dejar el Ejecutivo.
Desde entonces, aquel “electrón libre del Gobierno” como algunos lo han calificado, no ha dejado de aparecer en escena. Lo primero que hizo al dejar el Gobierno en agosto pasado con un sonado portazo fue seguir un corto máster para emprendedores en la escuela de comercio de Fontainebleau. Los fotógrafos le retrataron con trenka de estudiante y camisas sin corbata. Él, en su blog, publicó una foto de su clase. “Estudiaba con el directivo de un banco, con uno de un fondo de inversión, con otro directivo de una filial de GDF Suez y un gestor de fondos de pensiones. Había un holandés, un irlandés, un australiano y un surafricano. ¡Apasionante!”, ha contado.
Ha vuelto a ejercer de modelo en su defensa de lo francés. Esta vez para la marca gala de ropa Smuggler. Pero, sobre todo, siempre que puede, desprecia a sus antiguos correligionarios ahora en el poder asegurando sentirse liberado y ser feliz fuera de la política; si bien la lleva en el corazón. “Dije que no viviría más de ella; no que abandonaría el debate de las ideas”, repite. El artículo publicado con el banquero Matthieu Pigasse, consejero del Gobierno griego, el pasado 7 de junio, en Journal du Dimanche ha sido su último rejón conocido a los socialistas franceses, que no ocultan su enfado.
Aliarse con el exministro de Nicolas Sarkozy Yves Jégo es su último golpe de efecto y la prensa lo ha aireado esta semana. Juntos preparan para septiembre Viva Francia, un gran encuentro en Reims de empresas con la etiqueta que garantiza que comercializan productos hechos en Francia. Es una etiqueta lanzada por Jégo a las órdenes entonces de Sarkozy. Montebourg ha montado su propia empresa, llamada Equipos del made in France, una plataforma que trabaja para otras firmas. Su deseo es dirigir la suya propia. Todo el capital desembolsado, 100.000 euros, ha salido de su bolsillo. Mientras eso llega, forma parte de un par de consejos, el de la firma informática Talan y el constructor de muebles Habitat.
Ha dejado el coche oficial por la bicicleta. Le gusta desplazarse utilizando las de alquiler del Ayuntamiento de París y mostrarlo a los periodistas. “Ahora soy un emprendedor, en el sentido literal del término”, le ha dicho a Libération. Respecto a su vuelta a la política, dice no tener calendario y sentirse más útil fuera. Pero su expareja Audrey Pulvar no descarta que regrese. “Tiene el virus de la política”.
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