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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De 50 en 50 latigazos, por “humanidad”

Se estrecha el cerco sobre los blogueros de Internet y usuarios de las redes sociales

Rosario G. Gómez

En la plaza pública, ante la mezquita de Yida, el bloguero Raef Badawi recibió el 9 de enero 50 latigazos. Eran los primeros de los 1.000 a los que fue castigado por el Tribunal Supremo de Arabia Saudí en una sentencia que le declaraba culpable de haber insultado al islam. El vídeo de aquella tanda de azotes, más propios de la época medieval, circuló como la pólvora por las redes sociales y las organizaciones que luchan por los derechos humanos y la libertad de expresión no tardaron en denunciar una condena bárbara e injusta. La primera sentencia contra Badawi, fundador de la página web Red Liberal Saudí —donde publicó un artículo contra la policía religiosa—, le condenaba a seis años de cárcel y 600 latigazos. La apelación empeoró las cosas: el juez subió a 10 años de prisión, 1.000 latigazos y una multa de 230.000 euros.

Como gesto de humanidad, la condena de Badawi dosifica los azotes a una vez por semana (los viernes, después de la oración) a un ritmo de 50 en 50. Desde enero, el castigo ha estado en suspenso por enfermedad del reo, pero los agentes de seguridad estaban listos la semana pasada para infligir la segunda tanda. Finalmente, se canceló la flagelación, aunque la pena no ha sido revocada.

Condenas de este tipo son una muestra de la persecución a la que están sometidos los periodistas en muchos países. Reporteros sin Fronteras sitúa a Arabia Saudí en la zona negra en cuanto a libertad de prensa (ocupa el puesto 164 de 180 países) y observa cómo en los últimos años se ha estrechado el cerco a los medios de comunicación y especialmente a los que utilizan Internet como vehículo de difusión. La Red está vigilada de cerca y sometida a leyes que permiten encarcelar a los internautas con pasmosa facilidad.

Los blogueros son un flanco frágil y no hay nada más fácil que acusarles de ser una amenaza para la seguridad nacional. La censura en la Red es férrea y las condenas a los netciudadanos se multiplican día a día. Los ciberpolicías, como denuncian las ONG, están a la caza de todo texto, blog o tuit que pueda alterar el orden. Y ahí cabe desde vituperar a los gobernantes hasta blasfemar. En Kuwait, por ejemplo, una nueva ley permite multar con un millón de euros a quienes critiquen al emir o “deformen” su discurso, y también a los periodistas que ofendan a Dios, a los profetas del islam o a las esposas de Mahoma.

Durante las primaveras árabes, Internet y las redes sociales desempeñaron un papel crucial. Los “guerrilleros del teclado” contribuyeron desde el ciberespacio a agitar las revueltas que se gestaron en la plaza Tahrir de El Cairo. Facebook y Twitter demostraron que pueden ser más poderosas que los medios convencionales. Quizá por eso, por el escarmiento de la primavera árabe y para evitar indeseados contagios, los países del Golfo Pérsico han visto el peligro que acecha en la blogosfera y han extremado el control sobre todo aquello que circula por la Red. No hay duda de que los foros de debate online son una gran amenaza para los enemigos de Internet.

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