El periodismo ha fallado al cambio climático
Esta entrada ha sido escrita porIsabel Kreisler.
“El periodismo ha fallado al cambio climático… y este es nuestro intento de repararlo”. A principios de este año, Alan Rusbridger, director del diario británico The Guardian, propuso a un grupo selecto de sus redactores embarcarse en un proyecto periodístico complejo, arriesgado y apasionante.
No nos engañemos, la sección de medioambiente no es la más atractiva para un redactor, la deriva glacial de los osos polares no es un tema fácil de vender. ¿Cambio climático?, poca percha para un hueco en portada. Sin embargo, en su último año como director, Alan Rusbridger quería ser útil -al periódico, pero sobretodo a la sociedad- quería dejar un legado relevante, un poso periodístico que sustentase un cambio importante, una contribución al bien común. Y, de todos los temas posibles, en pleno año electoral, escogió embarcar a uno de los periódicos británicos más influyentes (Premio Pulitzer 2014) en una campaña con el título: “Keep it in the ground” (déjenlo en el subsuelo). La fragua de esta decisión en la cabeza y en la redacción de Rusbridger no tiene desperdicio (lo cuentan sus protagonistas aquí).
Pero centrémonos en los argumentos y los números:
- 2ºC. Que la temperatura global no aumente en más de dos grados centígrados es el objetivo que se ha marcado la comunidad internacional. Es una convención, un poco arbitraria. Podría ser menos (inicialmente en las negociaciones del clima se hablaba de 1,5ºC). Dos grados implica asumir costes humanos y económicos serios, pero es el compromiso alcanzado. A los ritmos actuales de emisión de gases de efecto invernadero, el mundo en realidad está encaminado a incrementar su temperatura en cuatro grados. No revertir esa tendencia conlleva graves pérdidas y daños muchas veces irreparables (hambre, escasez de agua, propagación de enfermedades, destrucción de hogares, pérdida de medios de vida, migración forzosa, etc.).
- 565 gigatoneladas. Es el volumen de emisiones de gases que nos separan hoy del umbral de contención de los dos grados. Por encima de ese volumen, no alcanzaremos el objetivo de limitar el aumento de temperatura.
- 2795 gigatoneladas. Es el volumen de gases que se emitirían con el uso de las reservas de combustibles fósiles actualmente declaradas. No parece que esté previsto dejar de explotarlas: las empresas del sector siguen invirtiendo en extracción, exploración y prospección.
- (2795 ÷ 595 = 4,9). Si nada le pone freno, la industria de los combustibles fósiles está lista para alimentar la quema de todas esas reservas, emitiendo cinco veces más del volumen de gases que podemos asumir. De ahí el mensaje de The Guardian: “Keep it in the ground”, déjenlo en el subsuelo.
El cambio climático ya no es una discusión científica, no es una preocupación medioambiental. Ni siquiera es un asunto de cálculo económico: el desarrollo tecnológico vinculado a la industria de la energía solar ha abaratado tanto los costes, que ésta resulta más rentable para el inversor que la industria de combustibles fósiles. Se trata ahora, eminentemente, de una cuestión política, de un juego de poder. De escoger entre los intereses de todos y los intereses de unos pocos. Esa es la verdadera historia que nadie estaba contando. Y en eso consiste el proyecto de The Guardian. Periodismo al servicio de la justicia social. Son buenas noticias.
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