Lección magistral de un heterodoxo
Hermoso y valiente discurso de Juan Goytisolo en la entrega del premio Cervantes 2014, hace escasos días.
Heterodoxo insobornable, con los Reyes presidiendo la ceremonia, alaba a Manuel Azaña, presidente de la República, por su acertada visión entre la actualidad efímera y las obras destinadas a perdurar en el tiempo.
Con una cita de Pessoa coloca a los perdedores en un lugar de privilegio moral: “Llevo en mí la conciencia de la derrota como un pendón de victoria”, denunciando a continuación el silencio y el exilio al que fueron condenados tantos españoles por los centinelas del canon nacionalcatólico.
Frente a los nacionalismos excluyentes se reconoce, como Carlos Fuentes, de nacionalidad cervantina, y está dispuesto a cervantear dudando de los dogmas y supuestas verdades como puños.
Critica la burocracia y sus vientres sentados (en expresión de Luis Cernuda) y anima al famoso hidalgo don Quijote a cabalgar de nuevo, lanza en ristre, acometiendo a los esbirros de la Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, arremetiendo al mismo tiempo contra los corruptos de la ingeniería financiera o cabalgando a Estrecho traviesa para socorrer a unos inmigrantes cuyo único delito es el deseo de libertad y una vida mejor.
Muchas son las razones para indignarse. Digamos bien alto que podemos. Los contaminados por Cervantes no nos resignamos a la injusticia, termina su discurso Juan Goytisolo. Es toda una lección magistral que debería estudiarse en las escuelas y especialmente en el Parlamento. ¡Gracias, muchas gracias, Juan Goytisolo!— José Ramón García Castaño.
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