¿Eliges cómo trabajas?
Por Sergi García, de Oxfam Intermon
¿Sabías que se está extendiendo la moda de trabajar de pie en la oficina? Se llama starding up y, como muchas modas, esta viene también de Estados Unidos, donde en las empresas más cool del momento los trabajadores ya tienen la opción de estar de pie durante gran parte de su jornada laboral. Por lo visto, es una gran solución para evitar los dolores de espalda que conlleva estar demasiadas horas sentado. Si pienso, por eso, si yo trabajaría todo el día de pie, no lo tengo claro. Si es tan bueno para la espalda, igual me atrevería a probarlo. Eso sí, afortunadamente para mí, podría elegir. En nuestro trabajo, hay unos mínimos garantizados, como por ejemplo la jornada laboral de 8 horas, y hay otras cosas, como lo de trabajar de pie, qué dependen de nosotros.
También depende de nosotros cuando vamos a comprar ropa. Sí, parece difícil escapar al consumismo que nos caracteriza como sociedad, pero una vez ya estamos en la tienda, tenemos a nuestro alcance una gran diversidad de opciones y precios. Tenemos más ropa a nuestra disposición de la que realmente podemos consumir, no digamos ya necesitar. Y a unos precios muy razonables. ¿Somos conscientes por eso del precio real que tiene esa supuesta libertad de opciones de consumo, y quién lo está pagando?
En el caso de las miles de mujeres que trabajan en las fábricas textiles situadas en zonas francas de Centroamérica (conocidas como “maquilas”), el precio son, precisamente, unas condiciones de trabajo durísimas e injustas, como denuncia el informe Derechos que penden de un hilo que ha presentado Oxfam Intermón esta semana. Ellas sí que no pueden elegir. Jornadas de trabajo de hasta 12 horas ininterrumpidas, problemas de salud derivados de las condiciones laborales y los movimientos repetitivos o salarios de miseria son la norma. Si quieren sobrevivir y mantener a sus familias, tienen que aceptar estos trabajos y estas condiciones.
Más allá de la denuncia, por supuesto necesaria, tenemos que preguntarnos si existen alternativas a la explotación laboral en el sector textil. Si, como sociedad, podríamos elegir otra opción. Y lo cierto es que sí. Una de ellas es el comercio justo,otra manera de producir y comerciar que se rige de acuerdo a unos principios éticos.
En sí mismo, es comercio, y por lo tanto también va de generación de ingresos y de que la gente pueda tener dinero. Pero por encima de otras cosas, el comercio justo tiene que ver con el derecho a tener oportunidades. Gracias a la creación de estas oportunidades para aquellos productores y trabajadores que están en situación de vulnerabilidad y pobreza y que no pueden acceder a un trabajo digno, nace el derecho de las personas a poder acceder a desarrollo y a educación. Nace el derecho a poder pensar más allá de la supervivencia diaria y empezar a imaginar otras opciones.
Los principios de comercio justo establecen condiciones de trabajo, producción y comercio dignas y promueven, entre otras cosas, el pago de un precio justo, las prácticas comerciales transparentes o la equidad de género. Sin más obligación que el compromiso que se establece entre productor y comprador, se aseguran unas condiciones de trabajo mínimas que no nos avergonzarían cuando dedicáramos dos minutos a informarnos sobre quién y cómo ha hecho la camiseta que nos acabamos de comprar.
El comercio justo no es ni un modelo simplemente teórico ni el hobby de unos pocos que venden piececillas de madera en tiendas exóticas. La propuesta ha evolucionado hasta convertirse en un modelo productivo y comercial viable que ha cambiado la vida de muchas personas. Sin ir más lejos, en el mismo informe se citan los casos de tres organizaciones en la India, Creative Handicrafts (Mumbai) y Rajklashmi y CRC (Calculta), que producen y comercializan ropa 100% comercio justo. Las tres demuestran que el modelo es viable y sostenible y que se puede, además, ofrecer a los trabajadores beneficios adicionales como bajas por maternidad pagadas, libre afiliación sindical, seguro médico o préstamos a mínimo interés. Creative Handicrafts, incluso, desarrolla programas comunitarios de educación y salud.
Nada de esto sería posible, por eso, sin nosotros, los consumidores, los que estamos al final de la cadena. Nuestro comportamiento, nuestras elecciones, pueden llegar a determinar las condiciones de trabajo, y por lo tanto de vida, de miles de personas en el mundo. Es importante por lo tanto ser muy conscientes de qué efectivamente tenemos esa capacidad de elección y que ejerciéndola podemos promover que se desarrollen y se extiendan modelos alternativos que, como el comercio justo, tienen en cuenta a todo el mundo y no solo a esos pocos que se benefician.
Se trata de estar informados, preguntar y también proponer. Informarnos para saber qué está ocurriendo. Preguntar para saber en qué condiciones trabajan las personas que producen la ropa que llevamos y por qué empresas y gobiernos siguen permitiendo que esto ocurra. Y proponer modelos como el comercio justo, para demostrar que es posible para todos decidir como queremos hacer las cosas y que es posible elegir que otros también puedan hacerlo.
Foto de portada de Oxfam Intermon
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