Con la muerte de sus maridos, pierden su identidad y su valor, relegadas al rechazo social. Condenadas a la mendicidad y al luto eterno, recuperan la felicidad gracias al Holi, el festival de la primavera. Este es el retrato de ese fugaz instante de alegría.
La tradición dicta que tras perder a sus maridos, las mujeres solo pueden vestir saris blancos, el color del luto en India. Desde agosto de 2012, la ONG Sulabh se ocupa de las viudas de Vrindavan: 900 de ellas viven ahora repartidas en siete casas.Andrea de FranciscisEn un ‘ashram’, lejos de festejos multitudinarios, dos ancianas disfrutan de la celebración, que se prolongará durante toda la jornada.Andrea de FranciscisUna viuda, vestida emulando al dios Krishna, baila en el ashram de Meera Sahabgini, en Vrindavan.Andrea de FranciscisLa ciudad de las viudas. En Vrindavan y los pueblos colindantes viven en torno a 15.000 mujeres. Tan solo 900 afortunadas viven en ashrams.Andrea de FranciscisTerminado el festival, las mujeres se desprenden de sus vestidos de ceremonia y regresan a sus austeras habitaciones en los ashrams.Andrea de FranciscisHace tres años que las viudas pueden celebrar de nuevo el Holi; hasta entonces, sus saris solo se teñían por accidente o por algún niño que jugaba con ellas, todavía ajeno a la tradición y los prejuicios.Andrea de Franciscis