Odio en la Red
Twitter no puede convertirse en un reducto de impunidad para delitos contra los derechos fundamentales
Muy poco después de que el avión de Germanwings que había partido de Barcelona se estrellara en los Alpes franceses con 150 pasajeros a bordo comenzaron a gotear en Twitter mensajes que mostraban uno de los lados más oscuros de la sociedad: el odio. Emitidos desde cuentas anónimas, tenían en común expresar alegría por el hecho de que en el accidente hubieran muerto catalanes. Tras las primeras noticias, algunos no dudaban en desear que ojalá todas las víctimas fueran catalanas y otros minimizaban lo ocurrido de la manera más infame: “A ver, a ver, no hagamos un drama, que en el avión iban catalanes, no personas”.
Las redes no solo funcionan como un termómetro de la temperatura emocional de una comunidad en un momento dado. También son un espejo de su nivel educativo y de su calidad intelectual y humana. Desde este punto de vista, el martes pudimos constatar con tristeza lo mucho que tiene que mejorar la colectividad a la que pertenecemos. Que alguien se regodee con crueldad en la desgracia ajena resulta ofensivo para las víctimas y para cualquiera que lo lea.
A las deposiciones de los energúmenos del odio se sumaron al final del día comentarios terribles de televidentes contrariados por el hecho de que Telecinco hubiera suspendido el programa Mujeres y hombres y viceversa para emitir un informativo especial sobre el accidente.
Si se tratara de una cuestión de sensibilidad, solo cabría lamentar el esperpento y, si acaso, reclamar mejoras educativas. Pero en este caso se puede hacer algo más. Algunos de los mensajes pueden encajar en lo que el artículo 510 del Código Penal define como delitos de incitación al odio y a la violencia. Se pueden perseguir y castigar.
Hay que celebrar que tanto el ministro del Interior como los Mossos de Esquadra hayan ordenado identificar a los autores de los mensajes que pudieran ser delictivos. Y los abogados agrupados en la plataforma Drets.cat han anunciado que llevarán a fiscalía unos 200 de estos mensajes. La investigación debe llegar hasta el final. La Red no puede convertirse en un reducto de impunidad para estos comportamientos, ni en este caso ni en tantos otros que por desgracia ha habido antes.
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