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Columna
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Suelo

La culpa es de los encuestadores que preguntaban a la gente si votarían a Podemos

Jorge M. Reverte

Andan todos los politólogos y la mitad de los periodistas del país intentando encontrar algo nuevo que decir sobre los suelos y los techos electorales de los partidos. Y el caso es que, cuando ya no tenemos encuestas que nos permiten hacernos una idea sobre el mundo inexistente, se nos acaba la gasolina.

Yo sería partidario de hacer obligatorias las encuestas con tres años de anticipación. Así habría más morbo en los artículos sobre política.

Un amigo mío, también periodista y que también estudió Física, gusta de citar el principio de la incertidumbre, por el cual se ve que el hecho de observar un acontecimiento provoca cambios en el mismo. La cosa se debe a Heisenberg. Pues con las encuestas y las elecciones pasa lo mismo. Si uno le pregunta a un ciudadano si va a votar o no a una formación política, le está dando una idea, y eso se traduce en un voto, sobre todo si el ciudadano está cabreado.

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Los techos electorales están relacionados con eso. La gente se ha hartado de que le pregunten si va a votar a Podemos. Ya está bien. Uno se puede cabrear, pero no necesariamente como todos los demás. Y entonces han salido más posibilidades de voto.

Los que no saben de techos ni de suelos son los responsables de Izquierda Unida. Ni Carlos Floriano asesorando a Juanma ha conseguido una derrota semejante. Izquierda Unida ha empezado su definitivo rumbo a la desaparición, a pesar de que un líder como Sánchez Gordillo se había marchado ya. Queda Centella (hermoso nombre para un revolucionario) y algún poeta. Pero Izquierda Unida se ha quedado sin techo y sin suelo.

La verdad es que a mí me da bastante pena. La culpa es de los encuestadores que preguntaban a la gente si votarían a Podemos.

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