Un pequeño sol para lugares sin luz
Little Sun es la propuesta artística de Olafur Eliasson para iluminar, mediante leds y paneles solares, a los 1.200 millones de personas sin electricidad en el mundo
Aunque es una historia de luz, comienza en la penumbra. Un anochecer en Copenhague. Dos amigos compartiendo cerveza y la luz como tema de conversación. Hablaban de cómo los paneles solares al fin estaban siendo eficientes a un coste aceptable y de cómo la luz led podía ser bella y cálida. De pronto pensaron que esas dos ideas se podían unir. Y así nació el pequeño sol llamado Little Sun.
Esos dos amigos eran el artista Olafur Eliasson (Copenhague, 1967) habitual de las principales galerías de arte del mundo, y el ingeniero Frederik Ottensen. “Los dos habíamos viajado a África. Así que pensamos que este pequeño sol debería ser accesible para aquellas personas que no tienen electricidad. Lo bello fue que cuando dejamos de hablar, emocionados por la idea, el Sol se había puesto y lo único que nos iluminaba era mi bombilla led alimentada por el panel solar de Frederik”, recuerda el artista.
En tres años, Little Sun ya ha llevado ese pedazo de sol a más de 500.000 personas que antes no tenían electricidad. Han conseguido además el apoyo del gigante informativo de los negocios Bloomberg, que ha invertido más de 4 millones de euros en el proyecto que gestionan, diariamente, un pequeño grupo de 14 personas (la mayoría trabajadores a tiempo completo). Y este 2015, en colaboración con la compañía danesa VELUX especializada en crear ventanas, lanza un concurso mundial para diseñar lámparas que funcionen con energía solar. Acumulan ya más de 300 proyectos para crear estas lámparas del futuro, que se podrán presentar hasta el 15 de marzo. La ganadora será producida a gran escala: 29.000 lámparas del diseño premiado serán llevadas a África para ser vendidas en comunidades sin acceso a electricidad.
El proyecto ya ha conseguido llevar sus lámparas a más de 500.000 personas en 10 países de África
El enfoque de Little Sun quiere apartarse del clásico paternalismo de Occidente cuando pretende ayudar a los desfavorecidos. Eliasson cree que este punto de partida del razonamiento es equivocado: “El mensaje que transmitimos es: ‘Nosotros somos fuertes y tú, débil’. Creo que es un tremendo error repetirle a la gente una y otra vez que son pobres. Acabarán sintiéndose así”.
El artista cree que Little Sun se integra dentro de una corriente general de las ONG’S en la que la psicología social, y no solo la ayuda per se para paliar una carencia, juega un papel fundamental. La idea se resume en dos palabras: somos iguales. “Hay que hablar de África no enfocando los problemas, sino sus oportunidades”. Aun así, Eliasson reconoce que él también cometió el mismo error durante el proyecto: “Cuando estábamos llevando Little Sun a África por primera vez, me acerqué a una mujer anciana, muy bella, que parecía tener unos cien años. Le enseñé la lámpara y pensó que era hermosa. Casi como una alhaja. Tenía a un traductor conmigo al que le dije: ‘Esta es una lámpara que puede permitirse gente con muy poco dinero’. Pero mi traductor le dijo: ‘Esta es una lámpara para los pobres’. La mujer me miró y me dijo: ‘Es una lámpara preciosa. Pero si es para pobres, vas a tener un problema en Etiopía. Porque no hay pobres en Etiopía”.
La gema solar
Quería que fuera algo que cuando lo miras provocara una respuesta emocional. No me preocupaba mucho que el diseño fuera funcional. Lo único importante era que fuera duro; la puedes tirar y no la rompes. La clave era que te identificaras con él a primera vista. Para mí es una pequeña escultura. Quería que le hablara tanto a los adultos como a los niños. Quería que una mujer, cuando lo llevara colgado al cuello, no quería que su vecina de al lado pensara: ‘Oh, llevas un Little sun. Debes tener un problema. Debes ser débil’. Quería que su reacción fuera: ‘Oh, yo quiero uno también. Es muy atractivo’. Y los niños quiero que tengan el sentimiento de que ellos mismos se convierten en pequeños soles.
Olafur Eliasson
Little Sun exige un esfuerzo a la familia que quiera comprarlo. Esta luz, que da unas cuatro horas de luminosidad a la máxima potencia y unas 10 a la mínima, cuesta algo más de 10 euros. Y eso en Etiopía, Senegal o Zimbabue (tres de los 10 países africanos en los que se encuentra ya Little Sun) puede significar varios días de trabajo. “El precio sale de nuestros costes de producción (4,57 euros) más los costes de transporte. Aquí, en Alemania [donde está ubicada la empresa], tienden a decirnos: ‘Le estáis vendiendo algo a gente pobre. Eso es terrible e inmoral’. Dos hechos al respecto: Uno, no nos gusta hablar de pobres; todos tienen las mismas aspiraciones y sueños que cualquiera de nosotros. Dos, estas familias tenían que gastarse de media un dólar a la semana en alguna fuente de iluminación. Y nosotros con un gasto de 12 semanas les damos luz como mínimo para dos años”, explica Felix Hallwachs (Berlin, 1977) CEO de Little Sun y arquitecto que llevaba 10 años colaborando en el estudio de Eliasson. Además, el proyecto subraya que las fuentes de luz que suelen usarse en estas comunidades vienen de quemar queroseno, sustancia que contamina el aire y provoca enfermedades.
El objetivo a largo plazo es que la empresa se sostenga por sí sola. De momento, Hallwachs admite que no hay beneficios. Pero están creando un tejido económico al que ya se han incorporado más de 400 empresarios africanos. Y que en cuatro años, para los que ya tienen asegurada la financiación gracias a un préstamo de Bloomberg, esperan entrar en números verdes. “Queremos evidentemente transmitir el mensaje artístico de Olafur a una escala global. Pero también queremos ser pragmáticos a un nivel local y generar oportunidades de negocio. Un vendedor de Little Sun en África puede ganar entre tres y cuatro euros por lámpara”, aclara Hallwachs. El objetivo final, conseguir que los 1.200 millones de personas sin acceso a la electricidad a nivel mundial tengan su luz.
Creo que es un tremendo error repetirle a la gente una y otra vez que son pobres" Olafur Eliasson, artista.
La clave oculta tras Little Sun es la interacción entre arte y ciencia, dos campos frecuentemente alejados que su artífice, Eliasson, cree necesario conectar cada vez más: “Tenemos que creer un futuro que funcione para todos. Y si queremos ese futuro, tendremos que colaborar entre todos. Y no solo entre científicos y artistas, sino también entre artistas y sociólogos, artistas y economistas… Lo que importa es que desarrollemos un sentido de interdependencia. Es decir, de que solo podremos conseguir las metas juntos. El único futuro que tiene sentido es uno en el que Occidente y África colaboren”.
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