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"El perfume me salvó la vida"

Chandler Burr fue el primer crítico de fragancias de 'The New York Times'. Ahora es comisario de una exposición sobre ellas en Madrid

Carlos Primo

A Chandler Burr (Chicago, 1963) la vocación profesional le nació de repente cuando, por casualidad, conoció en un aeropuerto al científico y crítico de perfumes Luca Turin. Desde entonces, su trayectoria ha estado vinculada a lo que define como “arte olfativo”. Fue el primer crítico de perfumes en The New York Times y, posteriormente, el director del primer departamento de Arte Olfativo en un museo de arte (el MAD de Nueva York). En sus libros-reportaje sobre el mundo de la perfumería, destapa los procesos creativos de las grandes marcas, revela la dimensión artística de perfumistas como Jean Claude Ellena y François Demachy y expresa su opinión sin ambages. Al mismo tiempo, define superventas imbatibles con términos como “insecticida” o “técnicamente perfecto, pero imposible de llevar”. Ahora, ejerce como comisario de El arte del perfume (1889-2014), la primera exposición de perfumes que pisa suelo español y que hasta el 4 de febrero acoge el Círculo de Bellas Artes. En un espacio aséptico, inmaculadamente blanco y deliberadamente neutral, Burr está empeñado en reeducar al público para que comience a apreciar perfumes como Jicky, Angel o Eau de Lierre en su verdadera dimensión: como obras de arte relacionadas con las inquietudes estéticas de su tiempo.

Usted insiste en que deberíamos empezar a hablar de “obras” cuando nos referimos a perfumes. ¿Por qué?

Un perfume para cada época

El Arte del Perfume 1889 — 2014 presenta un total de ocho corrientes artísticas dentro del arte olfativo:

Romanticismo. Jicky por Aimé Guerlain para Guerlain.

Modernismo. Chanel No5 por Enest Beaux para Chanel.

Surrealismo. Angel por Olivier Cresp para Thierry Mugler.

Neo-Romanticismo. Prada Amber por Carlos Benaïm, Max Gavarry y Clément Gavarri para Prada.

Fotorrealismo. Eau de Lierre por Fabrice Pellegrin para Dyptique.

Figurativo contemporáneo. J'Adore l'Absolu por François Demachy para Dior. Neoclasicismo. Acqua Universalis por Francis Kurkdjian para Maison Francis Kurkdjian.

Retro Siglo XX. Aura por Emilio Valeros para Loewe.

Porque cambiar nuestro vocabulario es la única forma de llegar a entender el perfume como una disciplina artística. Cuando decimos “perfume” nos referimos al producto comercial, que conlleva una serie de aspectos técnicos. Una “obra” es mucho más: es algo que amplía nuestra percepción estética, suscita emociones y estimula la imaginación. Por eso prefiero hablar de “obras de arte olfativo”. Es la misma diferencia que hay, en el lenguaje cinematográfico, entre “movie” y “film". “Movie” es Transformers; “Film” es Her.

De hecho, en esta exposición los nombres de los perfumistas tienen más importancia que los de las marcas.

Claro, y sigue siendo una cuestión de vocabulario. Coco Chanel no fue la creadora de Chanel Nº5, sino su mecenas. Los grandes pintores como John Singer Sargent tuvieron mecenas muy importantes, pero todo el mundo tiene claro que lo importante era el artista. Los mecenas de los perfumes son las marcas.

¿Podría darse una subida al estrellato de los perfumistas similar a la que hemos visto en el mundo de la gastronomía en los últimos años?

Claro que sí. Si Jean Claude Ellena [el perfumista de Hermès] va a una fiesta, la gente lo reconoce igual que reconocen a Frank Gehry, a Philip Glass o a Martin Scorsese. Y no es bueno ni malo, sino un reconocimiento.

¿Se imaginó cuando trabajaba en el sector financiero que algún día acabaría escribiendo sobre la “poesía de los aldehídos”?

Jamás. Pero habría tenido una vida mucho más miserable si me hubiera quedado trabajando en un puto banco japonés.

¿El “arte olfativo” le salvó la vida?

Totalmemente. Ahora trabajo en proyectos muy creativos, como las scent dinners en las que un chef traduce en platos los perfumes que yo he seleccionado. Es algo apasionante.

También ha lanzado el proyecto Untitled Series, una colección de fragancias célebres sin etiquetar cuya identidad sólo se desvela después de que los compradores hayan expresado libremente su opinión sobre ellas, sin conocer el nombre ni la marca. ¿De dónde surgió esta idea?

Mi intención no era provocar, sino invitar al público a que experimentara las fragancias como yo hacía cuando era crítico de perfumes en The New York Times. Todas las semanas recibía nuevos envíos, y el único modo de seleccionarlos era con mis asistentes, a través de papeles que perfumábamos sin conocer la marca. Discutíamos sobre ellos durante horas. Eso es lo que pretendía, también, en esta exposición.

¿Fue fácil convencer a las marcas para que cedieran sus perfumes bajo ese formato?

Fui a ver a Miuccia Prada, que siempre ha sido una profesional extraordinaria conmigo. Le pregunté si podía comenzar el proyecto con uno de los perfumes que había encargado, y aceptó. Luego vino Thierry Mugler Cologne, que es una obra maestra, y Guerlain, Drakar Noir, Calvin Klein…

En su segundo libro, The Perfect Scent, siguió el funcionamiento de la industria del perfume a través del proceso de creación y lanzamiento de dos fragancias tan distintas como Un Jardin sur le Nil, de Jean Claude Ellena para Hermès, y Lovely, de Sarah Jessica Parker. ¿Qué reacciones suscitó?

Si quieres escribir sobre eso, busca las reseñas, porque hay muchas y muy informativas. Algunos esnobs se escandalizaron de que hubiera incluido a Sarah Jessica Parker. Otros criticaron la estructura. Y a muchos les gustó. En el caso de los implicados, apenas comentaron nada. Sé que tanto a Ellena como a Parker hubo cosas que les gustaron y otras que no.

¿Es posible valorar un perfume sin tener en cuenta su aspecto comercial?

La gente dice muchas estupideces. Por ejemplo, dicen que el arte olfativo no es arte porque hay millones de copias de cada obra. ¿Acaso no sucede lo mismo con un libro, una película o una fotografía? Es cierto que el éxito de un perfume es importante, pero siempre recuerdo el ejemplo de Van Gogh: un genio que jamás vendió una pintura. Hay obras maestras del arte olfativo en la misma situación.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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