Urgencias
Mi padre falleció en urgencias el pasado 6 de enero. No hubo ningún fallo médico y la desatención no fue la causa final de su muerte. Pero durante las horas que permanecí en el hospital fui testigo de las carreras por el pasillo de la única enfermera que atendía esa zona y su ayudante, que hacían todo lo que estaba en su mano por los 17 pacientes que llegaron a tener a su cuidado. Espero que el estudio presentado por la Defensora del Pueblo sobre la situación de las unidades de urgencias de nuestros hospitales sirva realmente para parar el salvaje recorte de medios a la sanidad pública. Tenemos muy buenos profesionales de la medicina: por favor, hagamos que trabajen en condiciones dignas para ellos y para los enfermos.— Concepción Velasco.
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