Las dos mujeres que cuidan de las víctimas de Bhopal
“Me di cuenta que mi caso no era único en la ciudad de Bhopal. Que muchísimos a mi alrededor también habían sufrido la misma tragedia: habían perdido a sus seres queridos por la fuga de gas tóxico de Union Carbide en 1984. Por eso decidí ayudar por el resto de mi vida a los afectados y a luchar por justicia”, explica Champa Devi Shukla. Esta mujer y Rasheeda Bee son las directoras de Chingari Trust, una ONG que da rehabilitación a niños nacidos con malformaciones o problemas en esta ciudad de India, que hace 30 años sufrió uno de los peores desastres industriales de la historia.
Bee y Devi, de 56 y 62 años, son inseparables. “Una musulmana, una hinduista. Dos cuerpos, pero un solo corazón”, asegura Champa y las dos sonríen. Las dos fueron casadas por sus padres a los 13 años y vivían una vida de amas de casa, sin salir mucho a la calle. Hasta esa noche del 2 de diciembre en la que el escape de gas sembró muerte en la ciudad. La cifra oficial de muertos es de 5.295, pero los activistas hablan de más de 20.000 y de medio millón de personas que estuvieron expuestas al gas y que sufren secuelas.
Estas dos mujeres se conocieron en una fila de afectados que aspiraban a empleos del gobierno. Entre ellas hubo química inmediatamente: les unía su condición de víctimas y la indignación que sentían por el desastre. Trabajaron juntas y después de 23 años de la tragedia, en 2005 establecieron esta ONG con el dinero que les dieron por el premio Goldman Environmental Prize.
El objetivo de Chingari Trust es dar tratamiento a los niños nacidos con problemas congénitos, así como rehabilitar a las mujeres que han caído más en la pobreza: entre los efectos del gas están los problemas respiratorios, parálisis y falta de fuerza en las extremidades, lo que ha inhabilitado a muchas víctimas para el trabajo. Aunque no hay estudios oficiales, los diferentes activistas, entre ellos Bee y Devi, aseguran que hay demasiados niños en la zona nacidos con malformaciones congénitas y que se debe a la exposición de sus padres al gas, o a la contaminación de la tierra y el agua que dejó Union Carbide cuando abandonó la fábrica sin descontaminar. En un comunicado, elrelator especial en derechos humanos y desechos tóxicos de la ONU, Baskut Tuncak, asegura que debido a que el lugar no ha sido descontaminado "nuevas víctimas de desastre de Bhopal siguen naciendo diario, y sufren de impactos en su salud por toda la vida". En Bhopal esos niños con conocidos como víctimas de tercera generación.
En Chingari Trust hay muchos niños con terribles malformaciones, muchos no pueden hablar o caminar. Mozamed tiene 11 años, pero tiene el tamaño casi de un bebé. Su cara es muy dulce, pero demasiado grande para su débil y encogido cuerpo, que no le permite caminar. Sweetie, de cinco años y con unos ojos azules increíblemente claros, está sorda y no puede hablar. Preety necesita aparatos para mal caminar. Mohamed tiene que llevar una protección en la cabeza para que no se haga daño cuando cae. Así 200 niños con graves problemas asisten diariamente a esta ONG. “Atendemos a niños cuyos padres estuvieron expuestos al gas o al agua contaminada. Tenemos registrados a 700 niños, pero sabemos que hay muchos más en esta área”, explica Bee. Los niños son los “más vulnerables e inocentes” por eso decidieron centrar su trabajo en ellos. Han comprado vehículos que pasan por los menores a sus casas y los traen al centro,donde les dan el tratamiento que necesiten y educación básica de acuerdo a sus capacidades.
Bee cuenta que su familia era muy pobre y que estaba acostumbrada a la pardaa, es decir, cubrirse la cara de los extraños, como muchas mujeres musulmanas en Bhopal. Que ella era muy tímida y que no se atrevía siquiera a hablar con desconocidos. Pero que tras el desastre, no le quedó otra opción que ponerse a hacer algo. Que de tanta rabia le salió el coraje para ayudar. Tuvo que aprender casi todo. Ni siquiera sabía cuál era la capital de India, hasta que un día se encontró marchando los 800 kilómetros que hay hasta Nueva Delhi para pedir justicia.
Y es que muy poca justicia se ha logrado en Bhopal desde el desastre. Las víctimas dicen que no todas recibieron indemnización. El directivo de la fábrica estadounidense que provocó la fuga a causa de falta de medidas de seguridad, Warren Anderson, murió en septiembre pasado, en EE UU, prófugo de la justicia india. Los únicos castigados han sido siete ex empleados indios condenados en 2010 a dos años de prisión, aunque uno ya había muerto. La condena fue calificada por las víctimas como “una burla”, y eso antes de que todos los culpables fueran dejados en libertad tras pagar una fianza.
Sin embargo, en la historia tras la tragedia, la ayuda de Bee y Devi ha sido una de las esperanzas de las víctimas. Chingari quiere decir chispa en hindi. “No somos una flor delicada, somos una chispa pequeña, pero que puede prender un enorme fuego”, es el eslogan de la ONG que cantan con los niños y sus madres.
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