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Tribuna
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La CEOE que queremos

La organización debe ser útil al tejido empresarial y al conjunto de la sociedad española

La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) fue creada en junio de 1977 con la vocación, luego cumplida, de convertirse en la gran organización empresarial de la joven democracia española, un elemento indispensable de la Sociedad Civil en cualquier país libre y moderno, como son los sindicatos, los colegios profesionales, las organizaciones cívicas o los medios de comunicación, representando cada uno en su ámbito de actuación los intereses, inquietudes y aspiraciones de amplios colectivos ciudadanos.

A lo largo de los años la CEOE trabajó, con éxito, para lograr la unidad empresarial, conseguir una economía fundamentada en la libertad de mercado, consolidar la democracia en España, llegar a acuerdos con los sindicatos que garantizasen la paz social y, sin querer ser exhaustivo, contribuir a la internacionalización de nuestra economía y a que las grandes empresas españolas se convirtieran en multinacionales.

Su decisiva y leal contribución en todos estos campos confirió a la CEOE un aura de prestigio y respeto basado en la influencia que había alcanzado, en lo acertado de sus análisis y documentos, cuyos pronósticos generalmente se cumplían, y en lo medido y responsable de sus propuestas.

Sin embargo, para nadie es un secreto que en los últimos años se ha producido una importante pérdida de peso e influencia de la CEOE, a la que han acompañado algunos episodios poco edificantes que han afectado a algunos de sus miembros. Además de todo ello, la crisis económica ha azotado de manera muy virulenta a las organizaciones empresariales, que han visto caer los ingresos y la afiliación, empezando por la propia CEOE.

Ese conjunto de circunstancias ha sido decisivo para que ilustres colectivos empresariales se hayan alejado de la CEOE, creando organizaciones a su medida o vivificando antiguas iniciativas en el ámbito cameral, de las grandes empresas familiares, o del empresariado autónomo.

Frente a este proceso de deterioro es urgente reaccionar y así lo ha entendido el amplio número de organizaciones que impulsaron y respaldan la candidatura que encabezo para presidir durante los próximos cuatro años la CEOE.

Para revertir la negativa situación actual será necesario contar con todas y cada una de las organizaciones miembro de CEOE y con el impulso de las empresas que las sostienen, independientemente de su tamaño y proyección, para encabezar desde la Confederación la regeneración ética que exige la sociedad. Se trata tanto de implicar a la gran empresa en la tarea común, como de defender los intereses de la pequeña y mediana. En definitiva, ser útil al tejido empresarial y, a través de ello, al conjunto de la sociedad española.

Sobre esas líneas de actuación, CEOE podrá volver a ser un referente de la España Constitucional

CEOE debe ser vital para los empresarios, porque estos no cuentan en muchas ocasiones con más ayuda, protección o defensa que la que les ofrece su patronal, sea sectorial, territorial o nacional. Las empresas necesitan una organización que atienda sus necesidades, sus reivindicaciones, y partícipe de sus problemas.

Para cumplir con ese objetivo de servicio y utilidad para las empresas, es imprescindible que el próximo miércoles salga de las urnas una dirección que favorezca la participación, la transparencia y la independencia, y que actúe conforme a lo decidido por los Órganos de Gobierno después de un debate informado, sereno y democrático.

Esa dirección tendrá que ser capaz de convertirse en un instrumento real para el control y regeneración que la Sociedad exige a todas las instituciones y entre ellas a la CEOE, la única organización empresarial reconocida por la Constitución y por tanto con una función capital en nuestro sistema.

Sobre esas líneas de actuación, CEOE podrá volver a ser un referente de la España Constitucional, presente en los grandes debates, representante de cientos de miles de empresarios, y capaz de hacer oír su voz contra cualquier amenaza a los pilares de la convivencia y que tan buenos resultados nos han proporcionado en términos de progreso y bienestar.

Esa CEOE que queremos deberá ser una organización participativa, en la cual las decisiones se tomen de abajo arriba, con debates previos y acuerdos mayoritarios. Si la confianza de los empresarios me permite acceder a la Presidencia, es mi firme compromiso convertir esa CEOE en realidad, con la ayuda de todos, sin excluir a nadie, sea cual sea el sentido de su voto.

Antonio Garamendi es empresario y candidato a la presidencia de la CEOE.

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