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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Comerse el mundo o la ebolización del consumo

Por Carlos Ballesteros

Hace ya un par de décadas que vivimos totalmente inmersos y acostumbrados a hacerlo en ese fenómeno llamado globalización. Desde aquellos años 80 y 90 en los que tanto la iniciativa privada como los propios gobiernos de los Estados hicieron de la eficiencia económica la prioridad básica, el mantra sagrado ante el que debían sacrificarse el resto de las consideraciones sociales, la desigualdad social y económica ha ido en aumento en nuestras sociedades, donde parte de la población ha aumentado su nivel de vida a costa de una disminución drástica en las condiciones de vida de aproximadamente un 20 por ciento de la población, cuando no de un 40%. Y en los últimos años la brecha entre pobres y ricos se va haciendo cada vez mayor. Leía el otro día un tweet en el que se venía a decir algo así como que la clase rica cada vez era más rica, la media eran los excluidos y parados y los trabajadores eran los nuevos pobres: Los working poor, de difícil traducción y que viene a definir a los trabajadores que no pueden vivir de sus salarios, serían así el fenómeno creciente y casi me atrevo a decir definitorio de la segunda década de los 2000.

Y mientras tanto la sociedad de la información actúa de manera cada vez más vertiginosa, acelerada y superficial. Si el debate sociopolítico de mi generación y las anteriores se llevaba a cabo en La Clave de José Luis Balbín, las generaciones siguientes han aprendido que lo que no se pueda decir ni discutir en 59 segundos o escribir en 140 caracteres no merece la pena seguir escuchando o leyendo. La controversia reciente sobre el doble tick azul de whatsapp no tiene que ver tanto con si se habrá leído o no el mensaje enviado, sino con los cuándos: se espera lectura inmediata y se espera respuesta igualmente inmediata. Igual que pasa en el supermercado: lo que no se encuentre en los primeros 0,3 segundos en los que la vista se fija en un lineal determinado no existe. La marca que no sea capaz de destacar, llamar la atención, gritar más fuerte, ocupar más espacio para que los apresurados ojos ávidos de consumo la localicen, no tiene nada que hacer, pues el consumidor no le dará su doble tick azul mental.

Y todo esto viene a cuento de la reciente campaña de ebay que anima “a comprar el mundo”. A la globalización económico-financiera, de la información y de las ideas (el llamado por algunos pensamiento único) se le une así la generalización, banalización y expansión del consumo; la pérdida de significados culturales, la uniformidad en las modas, comidas y juguetes con los que juegan nuestros hijos e hijas: Barbie es un fenómeno mundial conocido en todo el mundo. Trasladamos la idea occidental de consumo al resto de zonas del mundo; la Mcdonalización de la sociedad de la que ya nos avisó Ritzer en 1995, solo que más rápida, más contagiosa y más letal ¿Ebolizacion del consumo deberíamos decir ahora?

Un buen ejemplo de esta ebolización consumidora lo dice el anuncio que daba pie a este post: “vayas donde vayas y veas lo que veas puedes inspirarte con lo que hay a tu alrededor, y esas cosas pueden ser instantáneamente compradas en Ebay”. Todo puede ser objeto de ser consumido. Solo hay que mirar, coger y pagar a la salida (el gran supermercado del mundo que ya decía en 2005 Michel Houellebecq). Todos vendemos, todos compramos y vivimos en esta vida como si fuéramos consumidores en un infinito supermercado planetario en el que ya pagaremos a la salida…sin preocuparnos además si al salir tenemos que llevar bolsas o no, pues lo que pase detrás de nosotros ya no importa.

Fotografía de apertura: Bansky

Comentarios

Gracias a la globalización podemos tener supermercados llenos de productos y ofertas. Como los folletos LIDL https://ofertassupermercados.es/folletos-catalogos/ofertas-lidl/ es el mejor de España con más ofertas tiene

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