Más mujeres en los Consejos

Las mujeres tendrán más asientos en los órganos de dirección de las grandes empresas alemanas. Ocuparán al menos un 30% de los puestos de los Consejos de Supervisión, que controlan los órganos directivos de las sociedades anónimas. Es una iniciativa de los socialdemócratas a la que se resistían sus socios de Gobierno, los democristianos de Angela Merkel, que finalmente han cedido.

El objetivo es hacer un poco más plural lo que hasta ahora consiste en una abrumadora presencia de consejeros (en masculino). Cuando entre en vigor la nueva legislación, previsiblemente en 2016, Alemania habrá de duplicar, prácticamente, el número de consejeras, ya que la presencia femenina en las 160 mayores corporaciones es del 17% —y apenas llega al 6% en los órganos de gestión—.

Es lamentable que para alcanzar un mayor equilibrio sea necesario recurrir a una ley. Pero así ha sido en Francia, Italia o Bélgica, que han impulsado normativas para fomentar la presencia de las mujeres en los Consejos de Administración.

Dentro de sus políticas de igualdad, la Unión Europea se ha marcado como objetivo que en 2020 haya un 40% de mujeres en los Consejos de Administración. Ese 40% se intentará aplicar a las empresas cotizadas y cada país fijará las sanciones con las que responder a los casos en los que la directiva comunitaria no se cumpla.

Cuando se aprobó el texto, algunos países de la UE tenían ya mucho camino recorrido: Finlandia, Letonia y Suecia superan el 25%. Por el contrario, otros estaban inquietantemente rezagados: Hungría, Chipre y Malta, por debajo del 6%. España, con un 11%, se mantenía en el ecuador de la tabla.

No cabe duda de que la UE se ha propuesto una meta ambiciosa, pero sería bueno que sus propias instituciones empezaran por arreglar su casa. En el Ejecutivo de Juncker hay nueve mujeres entre 28 comisarios, el mismo número que en la legislatura anterior: pese a los intentos del presidente de la Comisión, los Estados miembros no propusieron suficientes candidatas. No es la solución ideal, pero parece claro que, sin una política de cuotas, las mujeres lo tienen más difícil.