Duendes en las encuestas
Podemos se ha convertido ya en el fantasma que recorre el sistema político español
No sé si Podemos conseguirá tomar el cielo por asalto, pero lo que está claro es que ya han tomado los medios, las conversaciones y las encuestas. Su inusitado impacto en la intención de voto ha colocado a los expertos ante una situación que oscila entre la perplejidad y el asombro. Una cosa era, en efecto, que su omnipresencia en los medios les diera alas ante la opinión pública, pero otra es que pudieran amenazar a los partidos establecidos. Sobre todo porque están aún desnudos de programa, algo que tratan de compensar con eficaces metáforas, como eso de “ocupar el centro del tablero político” o “abrir el candado del 78”. En eso se parecen a Marx, pensador metafórico donde los haya. Siguiendo una de las metáforas marxistas más conocidas, no cabe duda de que Podemos se ha convertido ya en el fantasma que recorre el sistema político español.
Nadie sabe si se desvanecerán como lágrimas en la lluvia o si el descontento les aupará hacia donde ahora apuntan
Su novedad, la ausencia de datos previos que permitan encajarlos en la cocina de las encuestas, hace que los pronósticos se deslicen hacia lo contrario de lo que debería ser una predicción, la incertidumbre. De ahí su carácter fantasmal. Nadie sabe si se desvanecerán como lágrimas en la lluvia o si el descontento les aupará hacia donde ahora apuntan. Todo son cautelas. Entre otras cosas, porque, como dice Byung-Chul Han siguiendo a Foucault, los datos son incapaces de dar cuenta del “acontecimiento”, la inversión de las correlaciones de fuerza. Los datos son aditivos, no narrativos, y ahora la disputa se centra en torno a un enfrentamiento de relatos dirigidos a ver cuál alcanzará al final la hegemonía. No hay un contraste de programas propiamente dicho, sino una oposición entre diferentes visiones de lo político. Y, ¿cómo se mide eso? ¿Cuándo sabremos quien ganará en esta disputa?
Podemos ha conseguido convertirse en una franquicia capaz de agrupar todas las fuentes del descontento
El único precedente en el que podemos apoyarnos es el del 15-M, cuando las encuestas nos indicaban que una amplia mayoría de la población apoyaba las reivindicaciones de ese movimiento. Enseguida nos encontramos, sin embargo, con que la gente fue a votar a los partidos de siempre en las elecciones que se celebraron casi a continuación. Entonces no tenían quién les representara, ahora sí. Podemos ha conseguido convertirse en una franquicia capaz de agrupar todas las fuentes del descontento y se alimenta de todos y cada uno de los errores y debilidades del sistema, así como de la emocionalidad que hoy impregna la política. Su fuerza radica en convertir la ilusión por una nueva política en una consigna para la acción, por muy indefinida que esta sea. Por eso tienen éxito. Y por eso son relativamente inmunes a la crítica.
Habrá que ver su programa económico. Pero mientras sigamos empeñados en ignorar su potencial, tengo para mí que estos duendes que ahora aparecen en las encuestas acabarán por corporeizarse en rotundos resultados electorales. A quienes tenemos que interpelar es a los otros partidos, tan incapaces de reinventarse.
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