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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Putin no cede

Los preacuerdos de Milán no suponen un avance en el conflicto entre Rusia y Ucrania

El principio de acuerdo alcanzado el viernes entre Rusia y Ucrania sobre el suministro de gas de la primera a la segunda y para el establecimiento de una región autónoma prorrusa en el Este de Ucrania no son sino parches —urgente, eso sí, en el caso del gas— en una pugna continental que ha incluido la alteración por la fuerza de las fronteras europeas reconocidas internacionalmente. El presidente ruso sigue sin retroceder un centímetro tanto en su anexión unilateral de Crimea como en el apoyo que presta a la guerrilla secesionista prorrusa que controla parte del Este ucranio. En lo sustancial, Vladímir Putin no ha cedido.

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El presidente ruso asume alternativamente diferentes papeles en su relación con la guerrilla prorrusa; así, a veces declara no ser parte de la disputa —como si Crimea no tuviera nada que ver con el conflicto y nunca hubiera sido anexionada a Rusia bajo sus órdenes— mientras que otras se dirige directamente en público a esa misma guerrilla y le ordena un alto el fuego. El pasado viernes en Milán, en presencia del presidente ucranio, Víktor Poroshenko, y de los principales líderes europeos, tocaba quedarse al margen. Y Putin apoyó la propuesta de crear una amplia autonomía prorrusa en el Este de Ucrania recalcando, eso sí, que Moscú no va a dejar de apoyar a esa minoría rusofona. La guerrilla —cosa poco sorprendente— ha rechazado el plan, lo que deja ese preacuerdo en papel mojado, pero Putin ya puede esgrimir que él ha negociado una solución y además ha garantizado el suministro invernal de gas a Ucrania, lo que evita un importantísimo factor de conflicto. Pero sobre todo el inquilino del Kremlin elude de esta forma abordar el verdadero nudo del problema: Crimea sigue en manos rusas, y el Este de Ucrania, fuera del control de Kiev.

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Con este panorama los líderes europeos se enfrentan al mismo dilema que hace unos meses, mientras el tiempo corre a favor de una consolidación de facto de las posiciones rusas. Las sanciones adoptadas por la UE y EE UU sobre Rusia se están mostrando más perjudiciales para el sector privado que para el público (sin olvidar el daño de las represalias en las economías continentales). Y aunque es innegable que son una preocupación para el mandatario ruso, todavía pesa más en su valoración de los hechos el orgullo herido por la respuesta europea que el perjuicio objetivo que está sufriendo su país.

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