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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La tercera coalición

Obama se ve presionado a poner pie en tierra iraquí por tercera vez en un cuarto de siglo

Lluís Bassets

Por tercera vez en 25 años, Estados Unidos encabeza una coalición internacional para actuar militarmente en territorio iraquí, en esta ocasión para combatir a las milicias terroristas del Estado Islámico, que han ocupado una extensa región a caballo entre Irak y Siria.

La primera la convocó Bush padre, bajo paraguas de Naciones Unidas, para recuperar por las armas el Kuwait invadido por Sadam Husein. Era por el petróleo: el dictador iraquí quería quedarse con los yacimientos kuwaitíes. Estaba en juego el derecho internacional y la construcción de un orden mundial tras la Guerra Fría. Suena a sarcasmo más de dos décadas después, pero así fue.

La segunda, convocada por Bush hijo en 2003 y sin cobertura de Naciones Unidas, fue de voluntarios. Pero voluntarios a empujones en una guerra preventiva para derrocar a Sadam, ocupar su territorio e incluso, según insinuaban sus propagandistas, para hacer el negocio del siglo con su petróleo. Algunos lo hicieron con las empresas subcontratistas de seguridad, que cargaron con parte del peso de la ocupación. Dividió a los europeos y al mundo entero, destruyó el Estado iraquí y regaló a Irán la hegemonía en la región. La bandera izada —más sarcasmo— fue la democratización del Gran Oriente Próximo y utilizó un torrente de mentiras, desde la existencia de armas de destrucción masiva en Irak hasta que Sadam Husein había sido el inspirador de los atentados del 11-S.

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La tercera coalición de Irak tiene tan buena acogida como la primera pero cuenta con tan poca cobertura legal como la segunda

La tercera, convocada por el presidente Obama, tiene tan buena acogida como la primera pero cuenta con tan poca cobertura legal como la segunda, y es en todo caso una guerra defensiva. Las milicias terroristas del Estado Islámico, además de degollar a sus prisioneros occidentales y difundir las imágenes por las redes sociales, exterminan a los chiíes, cristianos y yazidíes que no se convierten al sunismo; esclavizan a las mujeres; torturan y ejecutan a sus prisioneros e imponen el islam más rigorista a las poblaciones que someten. Por eso la bandera de tal coalición es la más justa que pueda izarse: la defensa de la vida y la dignidad de las personas. Y sin embargo...

En cuanto vemos quienes la conforman, los motivos que tienen para integrarla o las acciones emprendidas, meros bombardeos aéreos de dudosa eficacia, asoman las dudas. Ahí están los mismos que ayudaron a la construcción del Estado Islámico en Siria, como Arabia Saudí y Qatar. Está Turquía, interesada sobre todo en evitar la independencia kurda. Irán y Siria, formalmente ausentes, son los más ocupados en derrotar al islamismo suní. Para los europeos, cada vez más ensimismados en su seguridad, el temor es el del día siguiente, cuando regresen los terroristas reclutados en Europa. Pero el mayor dolor de cabeza es para Obama, que quería terminar su presidencia con todos los chicos en casa y se ve presionado de nuevo a poner pie en tierra iraquí por tercera vez en un cuarto de siglo. Y sin garantías de que esta vez vaya un poco mejor que las anteriores, incluso con la sensación de que una vez dentro será para mucho tiempo. 

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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