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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Otras casas que están en esta

Anatxu Zabalbeascoa

En Jaén, tenían la buhardilla, pero jamás la habían usado. La llegada de dos hijos cambió esa decisión. Los dueños de la vivienda encargaron una rehabilitación de la cubierta para transformarla en el sitio de los niños.

Lo único seguro ante un niño es que va a crecer. Y que ese crecimiento cambiará sus necesidades, sus prioridades y, por lo tanto, el uso que hará del espacio. También es probable que antes de crecer ya quiera cambiar. Para asumir ese cambio, los arquitectos Luis Carlos Fuentes Ortuño y Miguel Ángel González Gómez, apoyados por el aparejador Ramón Laínez Torrente tuvieron claro que el espacio para los pequeños debía ser, además de resistente, cálido, limpio y sin aristas, un lugar flexible, mutable y adaptable.

Así, huyendo de un esquema rígido y convencional de tabiques divisorios, los proyectistas propusieron un espacio continuo y flexible organizado en torno a un núcleo central que esconde una serie de paneles móviles que hacen posible esa flexibilidad: la división o la conexión entre espacios en vertical y en horizontal. La calidez, la seguridad y la limpieza la dieron los materiales: roble en el suelo y puertas y armarios lacados en blanco mate, sin tiradores, sin salientes, sin distracciones y sin peligros.

Más allá de flexibilizar el espacio, la conexión entre estancias, además de componer diversos juegos espaciales, aportar aire, ventilación cruzada natural, cambios en la iluminación –y en las vistas- y cierta protección de la vivienda frente a la luz o a las miradas que llegan desde el exterior.

Con los niños en una azotea convertida en buhardilla la lección está clara, el espacio donde mejor se encuentran no difiere apenas del que hace sentir bien a un adulto.

Coste por metro cuadrado según arquitectos:        538€/m2

Comentarios

Creo que es un lugar que acaba por volverse invisible, transparente. Cito a Houellebecq: "[...] habilitar un apartamento en este fin de siglo es, en esencia, sustituir las paredes por tabiques móviles -que se moverán poco, pues no hay motivos para moverlos-; pero lo principal es que exista la posibilidad de desplazamiento, que se cree un grado suplementario de libertad y suprimir los elementos fijos de decoración: las paredes tienen que ser blancas, los muebles translúcidos."Y se refiere al pasado siglo. Poco avanzamos con este tipo de propuestas.

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